La maleta de madera

Soy viajero de lápiz y papel, sendero en busca de unas palabras, libros llenan mi maleta de madera, apuntes voy dejando en cada uno de ellos. Charamitas suenan a lo lejos, la llamada de un nuevo libro de paginas con olor a imprenta, en ellas vivirá el mago de las palabras, el soñador de historias que mezclan en la ficción siendo quizás mas reales.  Llueve en las calles, asfalto mojado, paraguas es el color de las aceras, libros escondidos en los bolsos, carreras con la cabeza baja, intento llegar al destino, al viejo café, donde desde el cristal, con una taza de un buen café con leche, escribiré unos versos, libros reposaran en la mesa como acompañante. Solitario lector ausente todo su mundo, me adentro por la selva de  los sentidos que habitan dentro de mi estancia en la aventura de cada página. Despertare del sueño, y pagare mi café con leche, caminare por las aceras sorteando charcos y paraguas, viendo en cada uno de los transeúntes un libro y una vieja historia perdida en sus recovecos mundos de sus vestimentas.
No todos son fracasados, no todos son ganadores, algunos son desdichados en amores, otros portadores de sotanas imaginarias negras que amenazan con blasfemar ante sus delirios de la vida.
Esperare pacientemente en la marquesina de la parada del Bus, refugiándome del aguacero y la señora que fue Marquesa y ahora Condesa de los números rojos, gruñirá la tardanza del Bus, arrugas estiradas, ropas de muy mal gusto será mi paisaje, intentado distraerme, recitare un soneto en silencio a la señora que tengo ante mis ojos, ante la desfachatez de su mirada, sacare el libro de vieja maleta de madera e intentare leer unas paginas escondías de la lluvia.
El conductor nos recitara la melodía del claxon acompañado de una canción protesta y con el estribillo de “ gilipollas” entre frenazos y baches, llegare sano y salvo al destino, a cien metros de el dulce hogar.  Durante el trayecto iré sorteando paraguas y cacas de perrito, por fin llego al portal de la escalera que se precia en ser el antro de las escaleras que parten hacia la vivienda, con la maleta de madera en las manos, cargadas de libros con olor a imprenta llegare por fin a mi morada, ropas mojadas, zapatos repletos de barro, serán la maldición del viejo parquet.
Me sentare ante mi mesa de madera, con lápiz y papel comenzara la novela de los hombres perdidos, pordioseros de las letras, espadachines de los sonetos y rufianes de las rimas.
Llorare ante mis hojas, las olvidare por días, volveré a ellas, como un niño en la noche de Reyes, las odiare por las noches, las bendeciré de madrugada, el libro poco a poco ira cogiendo forma, el hombre de la vieja maleta repleta de libros, en soledad metido en su isla, vivirá su felicidad y un día terminara la historia, comenzara su pesadilla, nadie la querrá editar. La palabra deja el numero de móvil te avisamos en algo, nunca sucederá. Un  día en un periódico en la mano leerá que el hijo del director del periódico a editado un libro, en el apartado cultural todo será un caudal prebendas, alabanzas, y que decir cuando ese libro llegue a sus manos. Entonces conocerá la crueldad de la vida en todos los sentidos, la trama es conocida, el texto muy parecido, el nombre de los protagonistas nada tienen que ver con los suyos.
El escritor partirá de viaje con la maleta de madera hacia donde se perdió el destino, entre amargura, tristeza, engaño y traicionado.


El viajero de la maleta madera y los sueños rotos.

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