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Mostrando entradas de enero, 2012

Noche en Toledo

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Cuéntame al oído. Lo que sientes. Cuéntame tu amor. Si es amor. Es belleza. Si es belleza es hermosura. Cuéntame al oído. Lo que sientes. Lo se. Tus ojos no mienten. Son destellos de luz. Destellos del amor. Cuéntame al oído. Lo que sientes. Cartas de amor.

Un día en un avión

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El avión se disponía para el despegue, intentaba prestar atención a la azafata de cabellos rubios de peluquería, perfectamente maquillada y con un pañuelo en el cuello con las siglas de la compañía aérea. En su rutinaria explicación en medio del pasillo con la indeferencia de algunos pasajeros acostumbrados a este tipo  de parafernalia de obligado tramite en las compañías de aviación civil. Mi frente empezaba el calvario del sudor, los escalofríos recorrían este cuerpo bendito, el pánico a volar  era patente en aquel asiento del avión, mis manos temblorosas se refugiaban en una bolsa de plástico que contenía un libro de encargo. No dude en posar sus ojos entre las hojas para intentar vencer mi estado de miedo. Poco a poco me fui adentrando en su intriga fascinante  cuando una vocecita por los altavoces nos indicaba que nos abrocháramos los cinturones para aterrizar, mecánicamente lo hice y seguí pasando paginas entre el final de la novela y lo más real de esta historia que nunca he

La chica del sombrero

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El sombrero le queda perfecto, la sonrisa en sus labios es alegría, camina segura de si  misma dibujando un arco iris. Es  bella, sus ojos azules, sus pechos perfectos, es la mujer de los sueños, dulzura en su mirada, encantadora en sus palabras. Corazón enamorado. Así es mi mujer. La chica del sombrero. Follamos cada noche. Desnuda con sombrero. Sus pechos. Sus tatuajes. Sus besos. Sus orgasmos son la luna. Subimos al cielo. Volamos por el. Ella y su sombrero.

Invierno en la meseta

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Noches de desaliento. Días de tristeza. Domingo gris. Sueños de invierno. Lluvia en el asfalto. Luces difusas. Flores heladas. Días y noches de esperanza. Un largo invierno. El fuego sigue ardiendo lentamente en la chimenea. Invierno en la meseta.

Maniquíes

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La calle huele a castañas asadas como todos los inviernos en esta ciudad norteña, el frío compañero infatigable, la nieve que invade las calles. Camino entre la soledad de una noche que esta comenzado. En la placeta del olvido se refugian en sus portales tristes hombres de botellas vacías entre cartones, vidas marcadas, vidas sin sentido, náufragos del mundo. Las tiendas cerraron, los maniquíes lloran su soledad detrás de los cristales adornados con letras espantosas de las rebajas. Abro mi libreta y escribo una canción a todos estos hombres de la calle. Mis días en una ciudad imperial cuando cantaba en los pasillos del metro y la indiferencia vivía entre quien me ignoraban y alguna alma samaritana dejaba una triste moneda en el sombrero del cantante de los maniquíes. Canto por todos ellos, hombres de la calle y por los muñecos de plástico de las tiendas disfrazados de ropas extravagantes que nadie contempla sus lagrimas del olvido. Soy de la calle.  Nací en la calle en una noc