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Mostrando entradas de mayo, 2011

Días y noches

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Me levanto de la cama. Veo una carta de amor. El espejo dibuja mis sombras. El remitente, mi vida. Dirección, te quiero. Sellos, tus besos. Cartero, tu amor. Mi espejo. Violines tocando entre acordes, bailarines danzando entre figuras y dibujos al viento. Corazones en su cuerpo. Tardes de interpretación. Noches de baile. Aplausos. Bailarines danzando entre figuras. Geometría. Quiero tus abrazos, oler a tus perfumes, ver tu cara de felicidad entre mis ojos, saber que me quieres, besarte y decir que te quiero. Imagino tus besos entre mis labios cada noche en mi cama, las palabras marcan tu cuerpo cada vez que te veo dormir a mi lado. En el papel dibuje un corazón de colores, en tu mano escribí tu nombre, en la pared pinte TE QUIERO.

Días de amor y pasión.

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Cuerpo desnudo. Sueños desnudos. Tu cuerpo. Tus pechos. Tu, en mi cama. Hermosa flor de mis días. Sueño en mis noches. Dama del amor. Viento de poniente. Velero en el mar. Caricias. Besos. Tu cuerpo. Desnudo. Mi flor. Melodía son tus bellas palabras, tu sonrisa es el encanto, las manos son tu dulzura. Mujer bella. Diva de las mujeres. Bella de corazón. Diva de tus pechos. Bella en la cama. Diva de tu cuerpo. Bella en las noches. Diva de la pasión. Bella de encantos. Diva del amor. Orgasmos de placer. Niña de mis cuentos. Mujer de mis historias. Dama de mi vida. Besos en la oscuridad. Te amo como el marinero a la mar. Mi amada.

El portal

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Portal de sueños. Portal de amantes. Portal de misterios. Cuentos en el portal en una noche de verano en los años sesenta. La fresca en el portal. Recuerdos del portal. Veranos diferentes sentados en el escalón del portal, niños expectantes ante aquel hombre mayor de pelo cano y mano temblorosa nos contaba historias del pasado. Portal en la infancia.

Palabras al viento

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Cuadro de Altea de 1930. Ramón Gaya. Agua mediterránea. Días de mi niñez. Noches de mi adolescencia. Tardes de mi juventud. Mañanas de soledad. Palabras al viento. Mujer de mis sueños. Gotas de agua. Cabellos mojados. Besos espumosos. Una caricia en tu rostro. Unos ojos de inocencia. Una flor en tu corazón. Una carta de amor. La tormenta aguarda. La despedida se vislumbra El sol enmudece. El frío recorre mi cuerpo. El reloj deja de avanzar. La barca esta preparada. La huida en mis manos. Te escribo por última vez.

Trovador

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Gente que miente. Profesores falsos de la vida. Mujeres de esquina. Promesas que se perdieron. Almas vagabundas. Hombres que gritan. Jóvenes que enseñan sus caderas. Corbatas espantosas. Las prisas de esta ciudad. Música del demonio en los cláxones. Palomas deambulan por el parque. Abuelos conduciendo carritos. Un hombre de cabellos blancos y negros largo con barbas de no se cuantos días, meses y años en el olvido de sus días en la calle, canta en un portal acompañado de su guitarra entre la miradas indiferentes, EL botecito esta vació. La gente le mira con indiferencia. La verdad se confunde con la mentira. La mentira engaña a la verdad. El odio se enamora de la tristeza. La tristeza se convierte en lluvia. La lluvia es la melancolía. El hombre de cabellos blancos y negros con barba de no cuantos días, sigue cantando, con voz desafinada que solo entienden los enamorados. Cada noche regresa a su vieja morada en lo ato de las escaleras que conducen al castill

Rosas y espinas

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La última ola mojo sus pies desnudos, la lluvia la abraza, sus gotas se mezclaban entre las lagrimas que recorrían las mejillas, el sonido del mar penetraba en su interior, respiraba profundamente y cerraba los ojos el amor recorría el laberinto de su cuerpo escondido muchos años en ropas negras y grises. Esclava de la huida, el negro penetraba en su alma, había muerto Sor Dolores, en esta playa caminaba Inmaculada que soñaba con bailar un vals entre las olas de la adolescencia. Recordaba los días del nacimiento de mujer, sus pechos en esta playa dejaron de ser niña, veranos de playa, amigos de vacaciones, besos, caricias, abrazos y el primer te quiero entre esta arena. Los cuarenta estaban llenos de misterios, dudas, miedos y sorpresas. Los hábitos colgados en el convento, crucifijo huérfano presidiendo el cabezal de la cama, el rosario en el fondo del oscuro cajón de la vieja y destartalada cómoda. Amaba a Dios desde su corazón, dejo de creer en la clausura, la paz estaba en