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Mostrando entradas de octubre, 2012

Flores

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Recordaba las cartas de amor que me enviabas todas las semanas. En ellas divisaba tu bondadoso y noble corazón. Leía y volvía leer una y otra vez, no me cansaba de leerlas. Después de treinta años, las contemplo y en ellas veo el espejo de un hombre embustero, aquel que se disfrazaba de un buen caballero, elegante, atento, un señor que no dudaba en mandarme un ramo de flores a la oficina en el día 14 de febrero ante el revuelo que aquello causaba en aquellas dependencias oscuras con olor a papel y tinta, como no recordar anillos en mis dedos, colgantes preciosos en el aniversario, cenas en los mejores restaurantes de la capital. Ahora aquí desde la distancia, memoria maldita que no me falla, es como un reloj suizo, perfecto, no puedo dejar de recordar la ceguera del enamoramiento, las fantasías de aquella chica que creía ser la princesa del caballero engominado y resulto ser el mayor embaucador de jovencitas, el hombre que todas deseaban y pocas paseaban de su brazos, el hombre pod

Escaparate de la vida

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Estaba delante del espejo, se levanto lentamente la falda, el tanga rojo era fuego ardiendo, sus ojos se clavaron en él, sus pechos pequeños siempre fueron  complejo. Se quito la blusa y la falda, se miraba en el espejo el rojo era su color, las llamas le abrasan de deseo y pasión. Se tumbo en la cama, el sujetador y el tanga cayeron al suelo muy despacio, comenzó acariciarse el clítoris suavemente. Cerro los ojos y ahí estaba él, desnudo acariciándola, no podía evitar aquellas imagines que recorrían el laberinto de su extraña mente en estos momentos. Todo un caballero, nunca una palabra grosera, ni una simple insinuación, siempre muy educado y atento con los compañeros de oficina. Estaba muy húmeda, se masturbaba lentamente, un orgasmo, dos orgasmos, él la follaba salvajemente, gritaba amo tu coño, quiero follarte, grita de placer, sigue gritando, ella veía fuego en sus ojos, en el cuerpo desnudo llamas ardiendo, sus dedos se perdían por el clítoris, notaba mucho placer, inmenso

Antidepresivos

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Cada noche los secretos nacen del olvido en busca de la madrugada mezclándose en la realidad en los fantasmas del pasado entre las sombras de cualquier alcoba de la ciudad desierta en sus calles repleta de miedos  en sus moradas. El baile de los fantasmas danzan entre los secretos que inundan de lagrimas la almohada. Un saxo suena en la radio en las ondas del desespero y la voz de la señorita en el micrófono alivia los miedos en la oscuridad en el juego de los secretos olvidados. La noche larga esta llegando a su fin, el redoble del despertador toca la retirada de los fantasmas que vuelvan al olvido del día. El sol comienza iluminar tímidamente en el amanecer  de nueva jornada, la ducha fría y un café cargado es el motor para comenzar la jornada. El almanaque indica el día y su santoral, las radios todas invaden de noticias poco agradables, las casas se llenan de alboroto los niños se enfadan con los padres porque no quieren ir al cole, los desayunos son frenéticos, prisas por no

Olvidar

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Olvido lo imperdonable. Perdono el rencor. Planto la semilla del amor. Caminar sin amor. Es encontrar el infierno.

Me encanta observarte

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Me gusta observarte cuando pasas ante mi. Me gusta observarte cuando sales de la ducha. Me gusta observarte cuando te maquillas. Me gusta observarte cuando duermes. Estas a mi lado en la cama. Duermes plácidamente. Te miro y me masturbo. Me encanta recordar aquella mañana que subíamos por el ascensor y en tus ojos estaba el fuego de la pasión. Te bese, toque el culo. Tus pechos estaban debajo de tu vestido blanco sin sujetador. El ascensor se detuvo en la planta de nuestra casa. Saque las llaves, abrí la puerta, nada más cerrarla, levante tu falda, baje el tanga,  lo quite, te tumbe en el suelo. Te penetre, no podía parar, gritabas de placer, cada vez mis golpes eran muy fuertes, tu respiración muy agitada, pronunciabas, sigue, no pares cariño, gritabas de placer,  me corrí dentro de ti, encontré el universo, y en tu cara pude ver la felicidad. Fue un polvo rápido y corto. Un polvo muy intenso. De los que nunca olvidas. Me encanta observarte y masturbarme recor

El armario de las palabras

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Cada día cuando llego a casa la hora de la bendita siesta con mi vestimenta azul marino, me cambio de ropa, y del armario salen las prendas de las palabras cansadas. El sábado día de asueto y compras en el supermercado, del armario de las palabras escondidas escojo al azar unas palabras. Unas veces son palabras activas en su nacimiento, con el paso de las modas se han vuelto en palabras acomodadas que se instalan delante del televisor en la tarde deportiva de plasma. Los domingos y fiestas de guardar elijo las palabras de elegancia, combinadas con vocales de colores. La ropa del armario son palabras que las voy juntando con más o menos acierto, forman el sujeto, verbo y el predicado.