Francisco Mira

 Estoy harto de no tener libertad. Cansado del adoctrinamiento de los encantadores de serpientes. Manipulado por los grandes medios de incomunicación. Obligado a llevar el bozal cuando voy solo por la calle. Mentiras y sucias entrañas de los del pensamiento único.  Gente aborregada de mentes cortas y postureo en la vida. Silencios por respuestas. Sabelotodo paniaguados al servicio del mejor postor. Enemigos de la democracia y demagogos activistas, Harto de esta gentuza. Harto de los bufones de la corte. Harto de palmeros y paniaguados. Harto de falsificadores de la verdad. Harto de copia y pega. Harto de las mentiras. Demasiadas mentiras y embusteros de carnaval. Hipocresía. 

 Los libros desde hace años son parte de mi vida, la lectura es algo fascinante del cual siempre esta en mis manos, la curiosidad entre las letras en la búsqueda de uno mismo, desde hace unos años la camara y los libros son el sendero espiritual en mi vida, uno me llevo al otro. En este autorretrato donde la soledad y la introspección sobre el sendero de la vida que nos acontece en este crecimiento personal, donde hay días grises y otros soleados.  Hace poco leí, los tres tamices, sobre aquellos que se dedican hablar o chismear, confabular, personas altavoces de los pobres de espíritu, que son felices con especulación y el mal ajeno. Los tres tamices de Sócrates Un hombre fue al encuentro de Sócrates llevándole al filósofo una información que juzgaba de su interés: – ¡Quiero contarte una cosa al respecto de un amigo tuyo! – Espera un momento – le dijo Sócrates – Antes de contarme, quiero saber si hiciste pasar esa información por los tres tamices. – ¿Tres tamices? ¿Qué quieres decir? –

 Aprendiendo a aprender, seguir buscando en la esencia, en los misterios que nos depara esta vida, repleta de preguntas y de respuestas. El silencio de la soledad en conversaciones conmigo mismo, las noches entre sabanas y la ansiedad de no poder dormir, vagos recuerdos de los sueños al sonar el despertador. Dudas y más dudas la vida sigue en cada amanecer, las hojas del almanaque no existen, los recuerdos son el olvido, el presente son legañas en mis ojos, y cada día busco la felicidad, sé que esta en lo más simple, en aprender a quererse cada mañana un poco más.

 El poeta sin sentido, y de las simplicidades. El hombre de las palabras abandonadas, y el olvido de las consonantes. El fotógrafo escondido detrás de las rejas, y las miserias. Quizás sea otro. Puede ser Don Ego. O tal vez aquel que  va en contra del sistema. Quien se pasa por el forro las ideologías de los predicadores de los vagos populistas, así va la cosa y lo que vendrá. Mentiras y bulos, agitación de las masas y ellos pensión vitalicia, y el Ibex aguardándoles el sillón en sus consejos de administración cuando decidan abandonar el barco medio hundido. Tiempo de tormentas. Tiempo de miserias. Malos tiempos para la lírica como la canción de Golpes Bajos en la década de los ochenta del siglo pasado.  

 Cada vez que me rencuentro con el álbum familiar, aquellas fotos de la niñez, la infancia, en blanco y negro, aquel niño posando con cara " pesado no me hagas más foto". La Werlisa la compro mi padre en el año 1965 a plazos, en ella dejo constancia de la vida familiar, fue la reina de las fiestas, cumpleaños, celebraciones de toda índole hasta que mitad de los años setenta apareció el tomavistas y este fue desde aquel instante dueño y señor de las imágenes familiares . Gracias a la Werlisa tengo grabado en mi memoria en blanco y negro aquellos cumpleaños con la boca sucia de chocolate, mi pelito seta, mis ojazos, las grandes orejas que me acompañan y como no, una buena nariz. Fotos en invierno abrigado con cuello alto, pantalón muy corto, calcetines hasta la rodilla, paseando por el campo, en estos días la gente se escandalizaría si llevas a un niño con pantalón corto en invierno, estamos criando niños entre algodones entre padres y el sistema este adoctrinamiento no se de q