Francisco Mira

España de Santos y reliquias, procesiones en sus adoquines, de Nazarenos con túnicas. Plegarias y rezos, cirios en sus manos, blasfemias en sus trabajos. España del robo y la mentira, pecados veniales y confesiones, apariencias y tradiciones. Devotos de sus Santos, elegantes túnicas, España de la Cruz. Siglos y siglos, Semana Santa a sus pies, la curia y los demás. Nada es lo que parece, nada es lo que es, por sus hechos los conoceréis.

Charlie estaba en sus mundos mientras fumaba un cigarrillo en la calle, recordaba la noche de aguardiente, dueño del tapete desde uso de razón, habilidad en sus manos barajando las cartas, sucios dólares cada noche iban a sus manos. Es conocido como el Rey del Poker, todos quieren derrotarlo y pocos lo consiguen o mejor dicho, él se deja perder, es frio y calculador, perder es ganar. Detesta las noches de luna llena, nunca se asoma por el destartalado cuarto de la taberna donde los nuevos ricos y  golfos pierden sus billetes, esas noches se esconde con alguna dama de la noche entre sabanas y orgasmos.  Charlie espera la noche tranquilamente, mientras entre cigarrillo y cigarrillo repasa la noche anterior todos los gestos y caras de sus contrincantes, nadie como él domina ese lenguaje visual, es el Rey del Poker.

Me gusta inventarme  historias para este espacio cibernético, aunque muchas veces viendo el mundo, me doy cuenta que esta todo inventado, los guiones y los protagonistas están en las calles y los actores cerca de nosotros para reconstruir una vieja historia. Mentirosos abundan, los amantes de la queja siempre tienen algo, y los vestidos con ropa de la marca de la envidia son fáciles de encontrar, así que las historias están en cada esquina, como esta bicicleta ecológica aparcada en una calle peatonal. La bicicleta seguro que tendrá su historia y seguro cargara con las quejas de algunos desesperados cláxones de la ciudad.

Mañana de sueño, reloj disciplinado, cambio de horario, domingo de Ramos. Despierto del letargo, dolor de cabeza, resaca de sentimientos, corazón confuso. Miro el WhatsApp, elimino fotos, bloqueo a indeseables, olvido sus nombres. Café amargo, quizás son las emociones, azucarillo en la taza, disimulo las memorias. Dolor de garganta, tos en el pecho, maltrecho corazón, sudor en el cuerpo. Me han robado una hora, en Otoño la devolverán, con depresión y Orfidal, y anuncios de Navidad. Mañana de sueño, una hora perdida, ojeras en mi rostro, dolor en mi pecho. Me han robado una hora.

Que vida esta la del autónomo, siempre corriendo, igual da lunes que sábado, no falles, porque Montoro no te pasa ni una, te cuenta hasta los céntimos.  Esos a sus señorías del buen vivir y poco trabajar, que cuando suben a la tribuna del esperpento a montar sus rabietas fingidas, les diría, que uno es autónomo por necesidad, no por devoción. Cuando les rodean el Congreso se sienten molestos, si fueran autónomos trabajarían más y se quejarían menos, porque llueva, nieve, o te quemes al sol, no podemos parar de trabajar, ni te cuento, estar enfermos lo tenemos prohibido. Jodida la vida del autónomo.

Corre que llegamos tarde al " tardeo". - Señoritas ustedes llegan tarde a las copas del sábado por la tarde, y yo quiero llegar lo más tarde al final, con el agravante de mi humilde pensión. Semáforo en rojo. ¡ Que más da!....Corre, cruzaa.. - Cuantas prisas, yo cruzare en verde. Como dice el proverbio japonés. La vida es como una llama frente al viento.

*Cuando era más joven viajé en sucios trenes que iban hacia el norte Y dormí con chicas que lo hacían con hombres por primera vez, Compraba salchichas y olvidaba luego pagar el importe.  Sabina. Esperando tranquilamente el Bus, para que tener prisas, bastante corrí en los años de trabajo, y ahora aquí sentado con paciencia esperando, pensando en la miseria de subida de pensión, si ellos tuvieran que vivir con la modesta pensión, otro gallo le cantaría al gallego que manda en este país medio troceado. Cuando era más joven... Sufrí la dictadura, ahora sufro los despropósitos de unos gobernantes. Viene el bus, me voy, el caliche me espera, el día es corto. Estiro la pensión, congelada de frio polar, se derrite entre las manos. Cuando era más joven.

Cuando los rayos de sol se posan ante las sombras del letargo de una noche somnolienta de bostezos amargos en la oscuridad. Nace este día y la ciudad despierta, gentes y sus acompañantes recorren sus calles y puentes intentando encontrarse a si mismos, no lo confiesan públicamente, se mienten, el ego es muy poderoso, que les contesta, tonterías, son majaderías,  y entonces guardan silencio. Mientras caminan olvidan la noche anterior, cierran a cal y canto los sueños malditos, la noche lo magnifica todo, la luz del día lo olvida.

Era el final del invierno del último año del siglo pasado, un día soleado, aquellos que cansado de tanto frio, agradeces la luz del sol y la temperatura benigna. aquel jueves 18 de Marzo con luna nueva en las horas centrales del día se poso ante mí un ser diminuto, una luz en medio de la oscuridad, un pequeño faro que ilumina las noches de niebla. Pasados diecinueve años desde la distancia observas que nadie tiene el catálogo de como educar a un niño, o si lo tienen, lo desconozco, el miedo a equivocarte, la duda, muchas cosas, ahora no eres ni el guía ni el maestro, solo eres un juez o eso creen, muchas veces haces como que no ves, porque ellos tienen que aprender por ellos mismos, como lo hicimos nosotros de jóvenes. Su circulo más importante son los amigos, sus vidas gira alrededor de las historias que hay en ellas, es parte de la vida, dejan de ser adolescentes, son jóvenes con ganas comerse el mundo, es la ley de esta vida. Aquí delante de esta pantalla virtual vomitado pensamien...

Gente adicta a los rezos, otros esclavos de la barra del bar, vestidos de la apariencia el séptimo día de la semana. Viejas tradiciones, moradores de las costumbres, consumismo en la sombra de la felicidad del tener, dependientes de las deudas. Ruegos y preguntas, corrupción de los hombres, en la herencia del poder, ricos y pobres, infelices y arrogantes. Domingos y fiestas de guardar.

El juego de las olas, noches de luna llena, tempestad en el cielo trapecistas sin red. Cabo de hornos sueños de navegantes, cruz en sus aguas dueñas del destino. Barcos escorados huérfanos del destino, ley del mar todo es diminuto. Colores del amanecer reflejos oceánicos, acuarelas de los navegantes libertad en sus veleros. Génova al viento miedo en la proa noches a la deriva, demonios en alta mar.