Francisco Mira

  Mirada penetrante y de amante, esclava de su vida, en los días impares, vestida con la coraza interna en los pares antidepresivos en el bolso. Ahora que la edad esta en su contra, pasa los días en soledad rodeada de amigas, ama de casa y su nieto es la fuerza del vivir. Nada es como es, todo es invisible, ella ve pasar todos los días a su amor platónico de la juventud ya con años y pelo blanco, el corazón le palpita y le sonríe como una adolescente al paso del chico que le gusta, han pasado más de cuarenta años y las mariposas cada vez que lo ve siguen revoloteando en su estomago. Últimamente lleva unos meses que cuando se despierta a mitad de noche no puede dejar de pensar si  en vez de su marido a su lado estuviera él. Sueña con sus besos y orgasmos haciendo el amor hasta desfallecer. A la vez siente culpable por los pensamientos y mira a su marido que esta durmiendo y ve todo un padre y hombre trabajador, piensa que se lo contara al psiquiatra, pero cada vez que va a la consulta n

 Dama del deseo, amante del juego de sabanas, esquizofrenia y adictiva, sumisa de la Visa. Menopaúsica en el cuerpo, el pasado es su juventud, y la melancolía  en la mirada. Pelo rubio de peluquería,  pechos de bisturí, ropa ajustada, el espejo sin mentiras. Noches de orfidal, madrugadas de insomnio, sueños confusos, despojos en su cama.