Muñecas de porcelana

Se levanto del balancín con la espalda dolorida, el fuego ardía con menos viveza, con el calor se quedo dormida, intentaba repasar las imágenes confusas del sueño, eran las tres de la madrugada, se metió entre las sabanas limpias con el olor a suavizante, la noche en la calle era muy fría, como todos los inviernos, duros, largos en aquel pequeño pueblo norteño pegado a montañas blancas de postales. Intento dormir, vueltas y más vueltas en la cama de cuerpo y medio, las muñecas de porcelana seguían estando por las sombras blancas de las paredes. Una noche de insomnio oscuro.