Corazones solitarios



Cada noche te escribo una carta de amor, papel blanco inmaculado que se impregna de bellas palabras acomodadas por la estilográfica que encuentran acomodo mis sentimientos. El  folio nacen los poemas de un tranquilo y apacible mar en el cual navego con mi velero izando las velas del amor, guiándome en la bitácora de tu corazón.
Es medianoche la luz del flexo me acompaña, el silencio majestuoso recorre todos los sentimientos del amor.
Cuando termino esta bella aventura de la narración que es una carta de amor, meticulosamente la pliego, en el sobre escribo tu nombre y dirección.
Es una carta, simplemente una carta de amor, una carta ligera de equipaje con mucha sinceridad, ahí están unos sentimientos que desempolvo cada noche de mi baúl del amor, cierro la carta con cuidado y con esmero pego los sellos que es el precio del bondadoso viaje por la vida.
La carta espera reposando en la cómoda toda la noche a las primeras luces camino al buzón amarillento de correos donde mi mano dejara que se deslice por orificio de entrada del llamativo buzón con el logotipo de correos.
Carta de corto recorrido, unos kilómetros, un destino, tu morada, una misión que seas feliz.
Una espera de todo el día a la hora del te a media tarde para  verte entrar por la puerta del  salón de los pensionistas y ver tu sonrisa en tus ojos.
Porque cuando uno cree que esta en el final del trayecto se enamora con mucho más corazón, los sentimientos escritos siempre buscan acomodo en los corazones solitarios.

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