Tarde de enero


Que termine el ocaso de esta tarde.
Que las cenizas se evaporen.
Y que la vendedora de las flores me sonría.


Aquí mirando el mar,
sin final de este amor,
ni besos, ni caricias,
dolor en mis entrañas.

Sábados de mendigo,
ni rebajas de enero,
y sin tarjeta de crédito,
solo números rojos
en este corazón.

Pañuelo sin lagrimas,
rosas sin jardinero,
tu pubis el purgatorio
y yo su esclavo.

Ocaso sin final
veneno en tus sombras,
poeta a la deriva
memoria de cenizas.

Ateo del mundo,
colores difusos,
silicona de contrabando,
princesa sin corona,
príncipe sin espada.

A donde voy, quien soy, el fotógrafo sin camara, el amante perdido, el hombre sin huellas, tristes versos como un vulgar oficinista sin oficio ni beneficio, un corazón maltrecho de estrofas vacías y camas solitarias en esta tarde de enero frio y solitario.

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