La libertard de la despedida

No hubo tiempo para las despedidas, como vino se fue, sin decir nada, despareció por las calles de la ciudad, nunca más supe de sus misterios que tan celosamente guardaba para ella, siempre supe que era diferente, porque todos los genios tiene ese don, ella cuando tenia el pincel en sus manos era otra persona, en el habitáculo donde trazaba las líneas en el lienzo, el alma vagueaba por las sombras de la noche a luz tenue de una simple bombilla.
Salió silenciosamente una tarde, entonces supe que era el final, la seguí a unos metros de distancia, entonces le dije gritando LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD y me quede parado como una estatua  mientras bajaba las escaleras sin girarse.
Fue libre en mis brazos, esclava de un pincel ortodoxo y unos trazos geométricos sobre un viejo lienzo que se quedo para el recuerdo.

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