Observar y mirar



Todos en nuestra vida tenemos historias que nunca serán contadas, que desaparecerán en el olvido el día que nuestra vida desaparezca como una gota en el inmenso mar de los océanos. Antiguamente mucha sabiduría desapareció con los antepasados eran auténticos expertos en la observación, esas grandes historias llenas de enigmas que vivieron desde el silencio y muy celosamente en sus entrañas, que ellos observaban en la realidad y fingían olvidar, desaparecieron. En pleno siglo XXI vivimos en la era de las prisas, escondidos en la pantalla del teléfono móvil escondidos detrás la mascara en la influencia banalidades de los muñequitos o como se llamen, pintando besos, corazones o enfados, y siempre enfadados con el resto del mundo. Hemos dejado de observar el mundo de forma natural desde el silencio, y el alma, y se están perdiendo grandes historias que nunca serán guardadas en el cofre de nuestro interior, y lo mas peligroso que vemos como otros quieren, no como nuestros sentimientos requieren.  Cuantas historias de antaño se perdieron, secretos que nunca fueron contados, y narraciones que nunca vieron la luz y vivieron en la oscuridad de las entrañas. Quizás en esta siglo que estamos, las historias son los programas de televisión de memeces, donde van sujetos a vivir de los estúpidos que están ante el plasma, montan sus historias ficticias, y todos contentos.
Hemos dejado ver por nosotros mismos, vemos por otros.
Y la vida es más sencilla, simplemente pararse sentarse y observar, y encontrar los secretos de nuestra alma que están olvidados y que piden a gritos no ser olvidados.

Observar y mirar.

Observar el lienzo de la vida,
dibujar las tonalidades de color,
encontrar la esencia del valor,
y contar lo que ves. 

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