Simplemente cartas

 Aquellas cartas de antaño escritas con letras pausadas y caligrafía perfecta han dejado de existir, el olor a papel, deslizar la tinta sobre un folio blanco inmaculado donde las plegarias se acomodaban en busca de ser leídas, la magia de las cartas ha desparecido, el wasap o como cojones se llame pasado ha ser dueño de las palabras y las cartas solo son recuerdos de aquellos de cierta edad. 





Queridas cartas del militar que era llamado forzosamente a filas donde el bombo de la suerte lo mandaba, a las Canarias, Melilla, o cualquier ciudad de la peninsula ibérica, en los momentos de descanso en las cantinas y dormitorios se escribían aquellas cartas a padres, amigos o novias, cuantas poesías nacieron desde la distancia de un mozo enamorado en aquellas hojas donde los versos con destino a la novia que esperaba impaciente la carta del amado para iluminar su cara. O que decir de las tarjetas navideñas de antaño que llegaban de familiares lejanos desde cualquier parte del mundo o de los pueblos vecinos y todas ellas escritas desde el corazón y con la mejor caligrafía posible. Toda la magia ha desaparecido con la frialdad de las pantallas digitales que con su velocidad llegan al instante y muchos copias y pegas famosos. 

Cartas olvidadas,

cartas desposeídas, 

cartas amarillentas.


Cartas de recuerdos,

añoranza y melancólicas.


Cartas huérfanas,

que desaparecerán

en el olvido,

en un contenedor 

de los llamados de reciclaje.


El amor de esas cartas se evapora como las viejas leyendas que se pierden en final de sus días, las lagrimas no existirán, ni habrá consuelo, simplemente serán cartas destruidas por la sociedad del consumo, donde nada tiene valor, cada día más inculta a pesar de tener la información constante. Algún día quizás recordaran que antes las personas se comunicaban con cartas y habían de amor, de pésame,  o simplemente de amistad.


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