Tardes


 Cuando fotografió el mar estoy en el dialogo en el interior de mi alma y la camara, el sonido del mar y el olor a salitre, en ese instante mágico de pulsar el  disparador donde se mezcla la luz y la serenidad que confluye en mi ser.

El mar es como un abrazo de compresión en ese momento que el obturador deja pasar a luz a la camara que escribe versos imaginarios entre la soledad ante el poder majestuoso que hay enfrente de mi. Y en los días de que busco calma dentro de mi, me siento ante él y dejo que mis pensamientos se evaporen en busca del salitre y surfeen en la tabla jugando con las olas y el viento golpea mi rostro, vuelvo a la realidad, hipotecas, antidepresivos y un jefe de madre sirvienta de placeres bajo la falda hortera que viste en la esquina del barrio chino de aquellos años.

Es que la camara me evado del mundo y vuelvo al mar que un día eran dueños los berberiscos de estas costas en el pasado, que los niños ni tienen puta idea de historia pues a Sanchez solo le interesa que el Che Guevara era un gran hombre justo y esa mierda que venden en los libros rojerillos baratos.

Aquí ando sentado frente al Mediterráneo como la soledad de las palmeras y mi fuji entre mis manos en busca de esta foto en un día invierno, donde las amarguras dejan de ser amargas y como de ave de paso que soy me pierdo en los fracasos de mi vida que tatuaron mi piel imaginaria a sangre y fuego, vomito mierda cada vez que hablo, como golfo que nunca fui aunque visto de harapos de marca del mercadillo de todo a euro, me levanto me largo en busca de whisky con cola y par de hielos para divagar en la barra del bar entre borrachos que pasan las tardes filosofando de sus pasados gloriosos y presente de miserias.  

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