El cuadro

Las mañanas amanecían dibujando el sol despertando del letargo nocturno, el invierno en aquella isla se volvía taciturno, la fina arena de la playa solitaria desparecía entre las olas del mar que jugaban ferozmente.
La calma era constante el llegar todos los días aposentarse en su roca preferida donde divisaba la vieja albufera, la libertad era inmensa cuando preparaba todos los artilugios como un sacerdote en la liturgia diaria, paleta, lienzo, colores, el viento se mezclaba con el salitre entre el sonido majestuoso del mar acompañado de unas solitarias gaviotas que todas las mañanas recorrían el cielo con sus acrobacias elegantes.
Nunca había soñado con esta jubilación, siempre pensaba paseando por un paseo cualquiera de la ciudad apoyado del bastón buscando cualquier banco huérfano para leer placidamente la prensa diaria aprovechando el tibio sol invernal. Los días de colegio hoy paseaban por su memoria, lentamente recordaba en blanco y negro aquellas viejas aulas destartaladas donde la pared estaba presidida por un crucifijo y al lado una foto del caudillo, los días que tocaba dibujo sin esfuerzo sus manos eran finas y ágiles, era en lo único que el sobresaliente aparecía entre sus notas desastrosas, plagadas de suspensos, aquel joven no sentía nada cuando su hoja blanca tomaba formas sorprendentes para los demás, odiaba estudiar y con todo aquello relacionado, solo soñaba en salir pronto del infierno de las aulas, tirones de pelo, oreja, copiar escritos de castigos, días sin el tan añorado patio que tanto les gustaba cuando la pelota les hacía soñar con vestir algún día la camiseta de su equipo preferido, por cualquier memez se le prohibía sin él. Aquella injusticia se volvía en rebeldía silenciosa.
Con el cansancio de los años, la dureza sufrida en andamios al sol, frió, lluvia, manos de callos, espalda dolorida, sudor, lagrimas escondidas, sufrimiento, dolor en las entrañas durante muchos años, imágenes que le daban fuerza para poder seguir luchando, hablando en silencio en diálogos misteriosos en el mundo de los dos. Cada día antes de empezar la jornada laboral entre ladrillos, miraba al cielo pedía protección en aquellas alturas, donde las fachadas iban tomando forma natural que el capataz ordenaba con su voz grave con cierta mala leche.
El rostro iba tomando forma, la belleza en sus ojos era infinita, aquella carita angelical que un día el malvado Satanas les quito de las manos que siempre recordara desde sufrimiento del corazón cuando le dieron la noticia, quiso morirse en aquellos instantes, nunca creyó en Dios, desde aquel día lo maldijo con todas sus fuerzas, sus preguntas no encontraban respuestas.
No tenia delante ninguna foto, estaba en su cabeza, allí todas las mañanas pintando a su hija hablaba con ella desde la cercanía de la playa, donde tanto disfrutaron los tres, la belleza de aquel lugar era infinito cuando su niña, su única hija y su mujer disfrutaban los domingos de verano.
El lienzo cada día era más hermoso, sus manos volaban como las gaviotas en las acrobacias elegantes, los colores buscaban su acomodo, el amor estaba presente en cada pincelada mezclada de lagrimas solitarias, que libremente recorrían las mejillas acomodándose en su rostro fatigado de años a la intemperie.
Sabía que estaba en sus últimos años igual eran diez que cinco, a sus setenta y tantos viudo de la vida, quería ser enterrado junto a su hijita de cinco años, estar juntos todo el tiempo que esta malvada vida les prohibió.


Las lagrimas posan
en mi corazón.

Todos los días
te recuerdo
balbuceando papa.

Tu voz recorre
mi cuerpo cada
vez que te oigo.

Hoy sigo llorando
en mi silencio
mientras pinto
tu dulce carita,
que fue mi faro
en días negros.
Que tantos hubo.

Que largo ha sido el trayecto.


PD. La foto es de internet.

Comentarios

Pluvisca ha dicho que…
Vaya, casi lloro mErL.

Un relato que parece salido de las entrañas, con una fuerza y un sentimiento hermoso y cálido

Estoy encantada de leerte

Un abrazo amigo
anjali ha dicho que…
Que emotivo y que tierno, con lo tonta que soy yo... se me han nublado los ojos antes de acabar de leerlo.
Pobrecita niña, y que lastima pobre padre...
La verdad es que haces que parezca tan real que acabas dudando de si no sera cierto?
Un abrazo querido Merl.
AdR ha dicho que…
La liturgia de la pérdida irreparable hecha emoción y palabra.

Un abrazo.
Unknown ha dicho que…
HE TARDADO TIEMPO EN CONTESTAR, PUES ES UN RELATO QUE ME PRODUCE MUCHA TRISTEZA Y NO ENCUENTRO PALABRAS QUE DECIR, SOLO DOLOR.

UN BESO, MERL.
MATISEL ha dicho que…
Conmovedor y muy duro, un dolor que ha llevado a cuestas toda su vida, y que sólo liberará la muerte...cuando le retorne con su hija.

Un abrazo de nuevo.

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