Maniquíes


La calle huele a castañas asadas como todos los inviernos en esta ciudad norteña, el frío compañero infatigable, la nieve que invade las calles. Camino entre la soledad de una noche que esta comenzado. En la placeta del olvido se refugian en sus portales tristes hombres de botellas vacías entre cartones, vidas marcadas, vidas sin sentido, náufragos del mundo. Las tiendas cerraron, los maniquíes lloran su soledad detrás de los cristales adornados con letras espantosas de las rebajas. Abro mi libreta y escribo una canción a todos estos hombres de la calle. Mis días en una ciudad imperial cuando cantaba en los pasillos del metro y la indiferencia vivía entre quien me ignoraban y alguna alma samaritana dejaba una triste moneda en el sombrero del cantante de los maniquíes. Canto por todos ellos, hombres de la calle y por los muñecos de plástico de las tiendas disfrazados de ropas extravagantes que nadie contempla sus lagrimas del olvido.
Soy de la calle. 
Nací en la calle en una noche fría.
Vivo por las calles de esta ciudad.
Es invierno, la calle huele a castañas asadas en ellas viven los náufragos de la vida, la soledad de los derrotados.
Maniquíes de la vida.
Todos los miran y nadie les hace caso.

Comentarios

Pluvisca ha dicho que…
Hay tantos y tantos desarropados...y huele a castañas y moneatos...

Feliz año mErL

Un abrazo

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