Silencio
La poca ambición de España, bien que sean culpados los ingenios de ella, tiene en manos del olvido las cosas que merecieron más clara voz de la fama. Tal fue la ingratitud de los escritores y el descuido, que pareció despreció, a los extraños, juzgando faltaba escribir y quien escribiese; y así padeció la reputación de todos; y, sin duda, hubieran perdido la memoria como la voz, si fuera en su mano el olvido como el silencio.
Francisco de Quevedo
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