Flores
Recordaba las cartas de amor que me enviabas todas las semanas. En ellas divisaba tu bondadoso y noble corazón. Leía y volvía leer una y otra vez, no me cansaba de leerlas. Después de treinta años, las contemplo y en ellas veo el espejo de un hombre embustero, aquel que se disfrazaba de un buen caballero, elegante, atento, un señor que no dudaba en mandarme un ramo de flores a la oficina en el día 14 de febrero ante el revuelo que aquello causaba en aquellas dependencias oscuras con olor a papel y tinta, como no recordar anillos en mis dedos, colgantes preciosos en el aniversario, cenas en los mejores restaurantes de la capital. Ahora aquí desde la distancia, memoria maldita que no me falla, es como un reloj suizo, perfecto, no puedo dejar de recordar la ceguera del enamoramiento, las fantasías de aquella chica que creía ser la princesa del caballero engominado y resulto ser el mayor embaucador de jovencitas, el hombre que todas deseaban y pocas paseaban de su brazos, el hombre pod...