Demencia


Agua cristalina que evocas el pasado,
pureza, libertad y soledad,
en tus caños devotos de frescura
bebo desde el placer del viajero
que busca el abrigo del olmo
para calmar el olvido.

Utopía en mis sueños,
miseria en cada uno de ellos,
desolación en cada beso
que nunca encontré en los sueños,
dejando de buscar los ecos
de cada uno de ellos.

Aquí sentado bajo el olmo,
contemplo los caños del agua,
que buscan la libertad del rio,
para perderse  en el infinito,
dejando atrás el pasado.

Memorias de una juventud
que nunca tuve, a la espera
de ahuyentar  la amargura
de la buena vida y la desdicha,
que se mezclaron en la adolescencia.

Desperté, y una fuente de piedra
ante mis ojos, agua helada
se desliza galantemente
en busca aparcar la melancolía,
que todas las tardes me acompaña.

Me despido hasta mañana
con paso lento con la ayuda
del bastón compañero de fatiga,
de este anciano al borde
del sendero de la despedida.

La demencia es dueña de la vida,
confundo la fuente del parque
con la de la infancia,
que me lleva a los años de la dictadura
de tristes y oscuras aulas de libros
huérfanos, y niños hambrientos.

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