EL VIEJO PROFESOR



Todas las mañanas bajaba al kiosco compraba la prensa, caminando lentamente y pausadamente se dirigía aquel paseo majestuoso donde las palmeras le recibían con su sombra, el olor a salitre que se respiraba que desprendía la playa que estaba justamente unos metros debajo de donde en aquel mirador se divisaba el azul de la línea divisoria dl infinito.
Se sentaba en el mismo banco de piedra que su respaldo estaba pintado de algunos jovenzuelos declarándose amor eterno para toda la vida, ojeaba al alrededor siempre las mismas caras, cada cual en su aposento, era como todo pactado, sin conocerse nadie, la misma pareja con su caras de cansancio de toda la vida peleando por el amor, o quizás nunca lo conocieron pero temen a la soledad y se soportan. Otro hombre que andaba con dificultad se quejaría sus dolores de artrosis, de su mínima pensión, en su mente dibujaba cada cual de aquella gente que no fallaba a la cita matinal invernal buscando el sol que les acompañe en sus días de descanso.

Leía placidamente el periódico se colocaba sus lentes que llevaba colgadas en el cuello, de vez en cuando desviaba la vista y observaba cualquier situación, sacaba de sus bolsillos unas miajas de trozos de pan, para sus amigas las palomas que lo rodeaban, mientras hablaba con ellas, algunos transeúntes lo miraban como extrañado, las llamaba por su nombre que el día tras día les había puesto. Reía mientras con su palma de la mano les acercaba la comida.

Una mañana al llegar a su banco estaba ocupado por unas parejas que tenían todo el aspecto de turistas del inserso que visitaban la ciudad en busca de la temperatura agradable, siguió caminando, no sabía en cual sentarse estaban vacíos, pero comprendía que pronto llegarían sus compañeros de soledad del paseo en el cual se aposentaban cada mañana, al avanzar unos metros para adelante, se encontraba un chico joven con pelo largo rizado barba morena con gafas de pasta en un lado del paseo con caballete donde estaba un lienzo a medio pintar, se quedo de pie quieto mientras observaba las manos delicadas y vigorosas, observo al lado un pequeño boceto pintado a lápiz y carbón, En cual él aparecía en el dibujo sentado dando de comer a las palomas. Se acerco para hablar, el joven pintor le sonrió, se miraron sin decir nada. Siguió pintando lentamente, el joven lo invito a sentarse en una sillita de playa que poseía, de vez en cuando le preguntaba sobre algún ángulo.

Cada mañana visitaba aquel muchacho para ver como iba la obra, donde era protagonista, sentado lo observaba como los movimientos de aquellas manos daban forma aquellos trazos de líneas y colores. Sus momentos de silencio eran prodigiosos, sus charlas eran muy agradables. Toda su vida se había dedicado a la enseñanza media, fue un luchador de aquel celebre mayo 68, fue un profesor maldito por sus compañeros en aquel tiempo, era señalado con el dedo por arcaicos docente ligados al régimen. Se paso toda la vida luchando por sus ideales, siempre con ideas liberales y avanzadas hasta que se canso de luchar hasta que abandono se volvió en profesor más vulgar, dejado, hasta que un día decidió jubilarse y sentarse a ver pasar la vida desde aquel banco de piedra. El joven escuchaba atentamente aquel tenaz pero agotado profesor, que hablaba de amargura del pasado, de la traición de algunos compañeros, de muchos que lucharon con él y pasado el tiempo se pasaron de bando, fueron los más crueles con él.

Llego una mañana con un sombrero en la cabeza, aquel joven se reía sin parar, quería ser un viejo bohemio, iba vender sus cuadros en aquel paseo, iban ser compañero uno pintaba y otro los vendería.
Cuando la ciudad se lleno de gente en la Semana Santa, el paseo por las tardes noches estaba repleto de gente, de todas las edades, ciudades, de todos los contextos, era un colorido maravilloso aquella multitud, al pasar se paraban a mirar los cuadros entonces como buen docente que fue, les daba conversación, intentaba que comparan, era paciente, los iba engendrado en mar de dudas para que algún al final saliera con el cuadro bajo del brazo.

Aquel paseo era su segunda casa, pasaba muchas horas como iba haciendo mejor temperatura se alargaba la jornada, con la llegada del verano, las noches eran mágicas, cambiaron por el calor asfixiante de las tardes, el paseo era un espectáculo, hipíes vendido sus amuletos, grupos musicales autóctonos del Perú, algún malabaristas haciendo las delicias de los pequeños, mimos, al final del paseo la pobre gente del top manta siempre con la mirada de desconfianza y tristeza en sus caras, las heladerías que se instalaban ambulantes repletas de gentío, las parejas de jóvenes buscando el amor bajo en la arena de la playa, otros sentados en la orilla de la playa viendo el resplandor de la luna reflejada en el mar, mientras filosofaban, hablaban o solo meditaban mirando aquella bendita luz.

Una pareja de mediana edad se paro, como otra tantas gente, miraba sin cesar los lienzos, mientras los enanos llenos de vitalidad que llevaban gastaban todas las energías, él denotaba en su cara la morenez de los días estivales, su pelo por delante tenia la claridad de la blancura en sus cabellos, vestido como un anuncio de una famosa cadena de ropa, deportivo e informal pero con barriga de hacer poco deporte y unas náuticas. De repente el viejo profesor le llama por su apellido y le dijo” coño, no seas tan tacaño” con una sonrisa entre los labios y sus ojos denotando una luz, que salía debajo de aquel sombrero. Era un antiguo alumno, entablaron en una conversación, muchos años sin saber nada de ellos, aquel muchacho que era un revolucionario en sus clases, hoy parecía un corderito de la sociedad. Al final se llevo dos cuadros, quizás la más alegre fue su santa, que se salió con dos, pronto desparecieron entre la gente con los cuadros bajo del brazo.

El verano estaba en su ocaso los días acortaban a gran velocidad, se notaba menos gente por aquel paseo, las gaviotas revoloteaban por la parte izquierda que se encontraba el puerto, la playa sus aguas muchos días estaban revuelta las tormentas de final de verano afloraban alguna tarde, las palmeras como siempre impasibles al tiempo eran la calidez, la belleza, las noches eran menos intensas, las tardes se llenaban de gente que empezaba a saborear la jubilación, y los que dejaban las vacaciones para el mes se septiembre. Una pareja de unos sesenta años se pararon delante de los cuadros, la mirada de frialdad entre el profesor y aquel hombre, no habían palabras su agresividad en sus rostros de dureza, odio, rabia, nadie osaba a pronunciar una palabra, por fin el profesor habla, ya ves siguen luchando por mis ideales liberales, el otro asintió con la cabeza, aquel antiguo camarada de luchas y compañero de profesión que un día no abandono la lucha solo se cambio de bando, fue un traidor como le dijo el viejo profesor ahora bohemio, fueron sus últimas palabras entre ambos.

Moriré con la cabeza muy alta, le hizo un ademán para que siguiera su camino, él ex camarada siguió caminando cogido del brazo de su esposa.
Hoy en el paseo hubo un hombre que no se arrepentía de su vida, era feliz, allí vendiendo cuadros, junto al artífice que era aquel pintor bohemio, que era su hijo, no genéticamente, pero si emocionalmente, eran socios en aquel proyecto, uno trazaba figuras e imágenes con sus manos bajadas del cielo, el otro sabía conectar con la gente, la vida le enseño a saber moverse ante las dificultades, y a mirar a la para los ojos de la gente, adivinaba quien iba comprar, el que dudaba, y el curioso que nunca compraba, pero se interesaría, él como un viejo zorro, se movía como un pez en aquellas aguas que un día eran turbias y otras de calma total. Pero aquello era la vida, nunca se debía doblar las rodillas, aquel verano fue bueno en ventas, otros pintores que exponían y pintaban los miraban de reojo.

Él seguía siendo firme a sus ideales, siempre fue un revolucionario, allí de pie en el paseo delante de los lienzos con sombrero que era de su abuelo que era un gran republicano, luchando contra todos, los que se abandonan en la vejez, luchando por un arte de calidad, que tenia en sus manos aquel joven, siempre luchando, luchando, luchando, era un revolucionario de la vida.

En todo final esta la semilla de un nuevo inicio.

PD. El cuadro es del pintor universal colivenc Eusebio Sempere, Premio Principe Asturias en 1983, el titulo de la obra es Verano. Es uno de los mejores pintores en el mundo comtemporaneo en el mundo abstracto que ha tenido España. Conocido también como Eusebiet.

Comentarios

Me ha gustado tu relato, el que se mantega firme con sus ideas, cuando otros ya las han olvidado. El cuadro no, pero es que soy más anticuada y surrealista, huyo de lo contemporáneo ejeje.

besos

Entradas populares de este blog

Fotos antiguas de Benidorm

Mágica y eterna

Aprendiz