EL PALACETE DE COLIN




Las campanas del viejo reloj de la ermita dieron tres golpes, una tarde del mes de julio muy calurosa, dos chicos que estaban sentados bajo uno de los pinos de daban vida aquel entrañable lugar, donde sólo sé oia el canto de las chicharras, se acordó que según su madre que en este momento estaba naciendo, eran las tres, era su cumpleaños, mientras Carlos estaba mirando enfrente el palacete de finales del siglo XIX que estaba a escasos metros, donde un muro hacia de separación entre los jardines.
Hace años que nadie habita esta mansión me dijo mi abuela—dijo Carlos.

Se levantaron merodearon por las afueras de los muros, la puerta de hierro principal estaba cerrada con un candado oxidado, en la parte oeste del muro, siguieron explorando por debajo de aquellas paredes hasta que llegó a la parte este donde una puerta pequeña de madera podrida entre abierta, entraron en aquel jardín, lleno de maleza, alguna lagartija cruzándose por sus pies y unos manzanos casi secos.
Miraban el exterior, una casa muy grande de tres plantas de muchas ventanas y tres puertas hierro macizo en cada lado de la casa, con un escudo heráldico diferente, en la parte central tres amplios balcones que miraban al sur, la última planta cinco ventanas. En sus tiempos parecía ser una casa de gente pudiente o terratenientes.

Andrés nota que la puerta central estaba abierta, con el hombro empujo al notar que estaba encasillada, se abrió.
Hubo momentos de dudas de entrar el nerviosismo, se adentraron.
Carlos entra primero, dio dos pasos y diviso algunos ruidos de ratones, salió al jardín y busco un par palos y volvió a entrar, Andrés detrás expectante.
Notaron mucho polvo y deterioro, vieron al fondo una escalera grande donde los pasamanos parecían ser de cobre y avanzaron lentamente mientras sus cuerpos en tensión, miraban con los ojos muy abiertos, atentos a cualquier ruido, subieron despacio, muy concentrados en silencio, la planta superior con el suelo de madera, caminaban lentamente el crujido sé sus pisadas, de tablas resquebrajadas, al fondo del pasillo oscuro divisaron una puerta de cristal donde un resplandor de luz del día, daba claridad en el final del corredizo, abrieron la puerta sin ninguna dificultad.
Una enorme biblioteca llena de libros en todas las estanterías, donde no había nada de polvo ni suciedad. En el centro estaba una mesa grande ovalada de estilo isabelina, un candelabro impresionante de bronce en el mismo centro, a los lados dos jarrones de flores, rodeada de sillas, en el ventanal estaba un sillón del mismo estilo con tapizado de ocre, el suelo era de moqueta, limpia y en el único hueco de la pared, un fresco impresionante de la batalla de la Independencia, a los lados sendas fotos perfectas en blanco y negro de una dama de mediana edad y hombre de aspecto algo mas mayor, casi calvo con lentes redondas tenia el aspecto del dueño del palacete, mas bien bajo y regordete muy bien vestido.
Sus ojos hechizados mirando todo aquello con curiosidad infinita, y vieron al unísono que un libro que estaba en un rincón del ultimo estante que resplandecía sus tapas como iluminadas, se acercaron en silencio.
Carlos subió encima de una pequeña escalera de tres peldaños que estaba en un lado y cogió aquel libro de tapas rojas y letras doradas se sentaron los dos en el sillón ocre, estaban apretados, pero no notaban calor, miedo, intriga del lugar, incertidumbre.

Lo abrieron por la primera pagina un dibujo a carbón y lápiz de una niña
En una isla paradisíaca del caribe en las plantaciones azucareras vivía una familia pobre, las tierras pertenecían a un gentilhombre de la casa real española, cada vez la explotación daba menos rendimiento, pero la guerra deja sin tierras a esta pobre gente, pasaron a poder de una nación, la pobreza la miseria sobrevino a esta gente más de lo que habían padecido.
Una noche fría oscura de invierno, cayendo gotas de agua nieve llamaron a la puerta, una doncella abrió la puerta, se encontró con una niña de seis años de color moreno y pelo rizado negro tapada con una manta y un saquito con ropa, pidió por favor que la dejaran entrar con un acento dulce en su habla, avisaron a la señora, que pronto se persono en la entrada, he hizo pasar aquella chiquilla, todos los sirvientes expectantes ante tal acontecimiento, en la cocina le prepararon un vaso de leche caliente, pues estaba casi congelada aquella pobre criatura.
El señor estaba de viaje llegaba al día siguiente, cuando se persono fue informado, de tal suceso, él y la señora entraron la biblioteca estuvieron los dos más de tres horas, a la salida el señor mando disponer un cuarto en la zona de servicio, y que la niña fuese enseñada como empleada de hogar.
La niña no sabia leer, todas las tardes la señora de la casa le obligaba a rezar y mando que se le enseñara a leer y escribir.
Aquella venida de esa niña fue una expectación en aquella localidad, los mentideros estaban a flor de piel, dichos, diretes se sucedían pero siempre a las espaldas de los señores.
La niña fue creciendo, la señora de la casa la trataba con una crueldad llamándole la atención delante de todos, vejándola, siempre mandándole trabajos muy pesados.
En cambio él, siempre la trataba con una amabilidad exquisita muchas tardes se encerraban los dos en la biblioteca y ayudaba al señor a ordenar los libros, era la encargada de limpiar aquella estancia, no podía entrar a esa habitación ningún sirviente salvo ella, esto a la señora le enfurecía, eran ordenes del señor, ni sus hijos podían acceder sin su permiso, cuando estaban los dos estaba totalmente prohibido.
Pero una noche de repente un infarto le sobrevino al señor y cuando llega el viejo medico ya era cadáver, la fortuna pasa a manos de la señora.

La primera orden fue mandar encerrar en un cuarto oscuro donde no tenían ventanas a la sirvienta de color, solo se le daría una vez al día comida. Nadie podía hablar con ella, la tristeza invadió aquella chiquilla de siete años, sólo hacia unos años que llega aquella mansión.


De repente mientras estaban leyendo aquellos manuscritos de aquel libro, se abrió la puerta aparecio una bella chica igual como la descrita en libro pero con unos años más, era de unos veinte y pocos años, muy hermosa, alta, fina, pero con ropas muy antiguas, se quedaron petrificados como dos estatuas sentadas en un sillón leyendo el mismo libro.
Se acerco con una sonrisa blanca en sus dientes, caminaba lentamente, cogió una silla se puso enfrente de ellos, mirando hacia el ventanal, estuvo unos instantes en silencio.

Seguir leyendo la historia, no os molesto, dijo la chica con su dulce habla.
Cuanto tiempo que no recibo una visita de gente tan encantadora.
Os cuento, algo de este libro que esta en vuestras finas manos llenas de vitalidad.

Mis papas trabajaban en un país muy lejano donde siempre hace calor. En aquellas tierras eran del señor de esta casa, pero hubo una guerra por mi país entre España y Estados Unidos, al ser derrotados perdió todas sus tierras y me trajo con él, al llegar Alicante después de un mes travesía, me mando hacia Colin con unos drogueros me trajeron hasta la puerta, él hizo noche en Alicante, tenia que resolver algunos asuntos.
Cuando llego al día siguiente su esposa esa que veis en la foto le hizo pasar a esta sala, le pidió explicaciones de mi venida, a lo que el señor fue tajante eran ordenes suyas y en esta casa nadie las rebatía.
Entonces empezó mi calvario, cuando el se ausentaba que era muy a menudo debido a temas de tierras que poseían en otros lados y países cercanos al mío, la señora me trataba con mucha dureza, descalificaciones, me imponía castigos duros, alguna vez con azotes, pero era entrar él por la puerta del huerto era amabilidad hacia mí, tenia dos caras, en cambio él siempre me trataba con mucho afecto, cariño, ternura, lo cual ante los otros sirvientes les daba mucha envidia y me cogieron mucha odio, intentaban hacerme la vida imposible muchas veces conchabados con la Dama de la Casa.
Recuerdo con mucha alegría una noche de Reyes, no sabía exacto que era aquello, me regalo una muñeca de porcelana para mi habitación, fue uno de los días más felices de mi vida, recuerdo que me la dio en esta sala, me mando llamar, me entrego una caja de madera, cuando lo abrí, no sabía que significado tenia aquello, muy pacientemente me lo explico, la puse encima de una repisa que tenia mi cama y la llame María como mi querida y linda mama. Bueno fue el señor quien me recomendó el nombre, pero a mí me encanto, todas las noches hablamos las dos, me empezaron a llamar loca entre los sirvientes porque me oían hablar, me daba igual, estaba muy contenta de poder hablar con mi mama.
Otro día llego me regalo un sombrero con un lazo y un paraguas para llevarlo en verano, no entendía muy bien, aquí no hacia tanta calor como allá, pero me dijo que las señoras elegantes lo usaban, me sentía como una reina, pero notaba como la mirada de la señora era muy dura cada vez que me veía con el sombrero y el paraguas. Muchas tardes salíamos a pasear el señor y yo, por el camino que va hacia la fuente que hay en el pinar que veis por la ventana, aquel en cuya fuente hay una cruz, me contaba cosas de mi tierra como era, hablamos mucho de mi mama, nos sentábamos los dos en el escalón que hay en la bajada a la fuente pasábamos horas y horas hablando siempre muy despacito, me contaba secretos.
Me hablaba de leyendas de mi tierra y me contaba algunas de aquí, aprendí mucho del énfasis que ponía en cada palabra, en cada tono, en los gestos de la para el interpretar, como movía las manos, sus ojos dibujaban las palabras, sus guiños de complicidad, pero hubo una cosa que aprendí fue que me enseño a ser observadora, siempre muy atento al sonido del aire, al paso de las nubes, a cualquier planta que nos cruzábamos por el camino, recuerdo que cuando veníamos para acá, un día de bonanza del mar, estabamos apoyados en la baranda del barco, me dijo mira veras que bonito es ver el infinito del mar, pasemos dos horas sin hablar solo mirando aquella maravilla de océano, donde era difícil ver el horizonte la vista se perdía entre la raya azulona y verdosa con una neblina al fondo, lo miraba con expectación sus ojos ni parpadeaban al mirar aquel horizonte, la brisa era más bien fresca, notaba como el sol cada vez parecía estar mas cerca, era una niña alli en aquel instante aprendí a mirar al infinito en silencio, empecé a encontrar preguntas y respuestas con mucha claridad, sabía porque iban en aquel barco lleno de gente de esta patria muchos lo habían perdido todo, otros algunas propiedades pero tenían en otras tierras como era el caso del señor.

Una noche oí mucho estruendo la señora chillaba, gritaba pedía auxilio, los sirvientes acudieron a la alcoba y el señor estaba en el suelo, uno de los criados salió corriendo a llamar al médico.

Al poco tiempo la casa se llena de gente, todos de negro, mujeres alrededor del ataúd rezando y consolando la señora.
Por la tarde llegaron sus hijos pues estaban en Valencia estudiando, tras ocho horas de viaje en carreta llegaban cansados y apenados, por aquí fue pasando todo el pueblo y alguna gente pudiente y terratenientes de las localidades vecinas, lloraban la perdida o fingían, rezos y más rezos.

Pasado unos dias de aquellos días después del entierro, se presento el escribano de Alicante se reunió con la señora en esta sala, a los cinco minutos la señora chillaba con unos insultos muy fuertes hacia el difunto, era el testamento, no estaba como ella quería o creía, salió de esta cámara guardo las apariencias, pero todos lo estábamos oido chillar, algo iba suceder.
Al día siguiente fui encerrada en un cuarto oscuro para el resto de la vida, este palacete decía aquel testamento que cuando todos sus descendientes fallecieran es decir sus hijos y esposa pasaría a ser de mi propiedad. Ella quería que muriera de pena y olvido, tristeza, tenerme encerrada era para me volviera loca y que fuera ella la dueña del palacete.

Pasaron los años seguí encerrada en un cuarto que hay debajo de la escalera que baja a las antiguas cuadras, pero alli descubrí que había un pasadizo que salía al exterior justamente a la salida de una cueva que hay en la montaña esta de ahí detrás. Nadie lo conocía, solo estaba a la hora de la comida en la puerta, después me iba recorrer las dependencias secretas de cueva.
Una noche descubrí una sala donde había un mago, sentado en un sillón igual como este, me llamo, me acerque, me pregunto quien era, se lo explique, tenia al fuego unas hierbas, que desprendían un olor muy exquisito, me las dio a probar, las bebí, sabéis para que eran aquellas pócimas, para vivir siempre, sin ser viejo, pero claro me explico que si salía al exterior el hechizo de aquellas hierbas se perdía, ya veis por eso estoy así.

Esta mansión aquí donde están la limpio todos los días, me siento en el sillón y leo libros de mi papa, que muchas noches aparece a contarme historias de mi mama.
Como no puedo salir a la calle, la gente cree que aquí no vive nadie, que esta todo en ruinas, están equivocados.

La señora siempre fue muy cruel, nunca amo al señor, se caso porque su familia eran terratenientes que su padre fue un alcohólico perdió muchas propiedades y rentas, entonces como conocía al señor lo encandilo, fue por seguir siendo rica.
Ella conocía que tenia un amante en tierras lejanas, mucho antes de casarse con ella, esa era mi mama, yo nací del amor de los dos, fui buscada, entonces cuando la guerra, me trajo para sus tierras españolas.

Sigo bebiendo mis pócimas, visito al mago que esta al final del pasadizo, hablamos los tres, hoy es un día alegre por tener a unos visitantes en mi palacete.
Pero ahora tenéis que guardar el secreto, aquí no hay nadie, sé que la leyenda dice que vive un alma que sale entre las noches para ahuyentar los muertos, pero no es verdad, un día entraron unos señores y les asustes por que eran malos, querían destruir la mansión para construir esos feos edificios de hormigón que habitan en este pueblo.

Cada uno que entre los espantare, me vestiré de fantasma, saldré con mis crujidos les asustare encima tengo unas águilas del mago amaestradas que las suelto, ellas me ayudan a espantarlos, si es de noche los murciélagos de mi amigo también, ellos se encargan de echar a todos los malos.

Vosotros sois dos buenos chavales os he dejado entrar, para que leáis los libros que quieran, me hagan la visita.

Bueno le dejo, me voy para mi pasadizo secreto, les espero otro día para poder platicar un buen rato.
Os recuerdo que esto es un secreto entre ambos, vos nunca habéis estado en este mundo tan maravilloso, que os iré enseñando poco a poco, pero más adelante.

El pasadizo esta llena de sorpresas, pero tiempo al tiempo, de momento seguir disfrutando de estos libros, que vos miran con amor, sabiduría, en ellos esta la esencia de la vida, el amor, sobre todo la bondad, que es lo que se carece ahí afuera.

Desapareció lentamente, era muy tarde estaba anocheciendo salieron a la calle sin ser vistos, mientras caminaban en silencio anonadados, donde volverían a pasar sus tardes de verano, hoy era el mejor regalo de cumpleaños, donde nadie se acordó que era su día.

Era un lugar mágico, diferente, donde la vida era diferente, alli con su secreto a cuestas todas las tardes a las tres puntualmente iban al palacete, los tres toques de campana del reloj anunciaban que era la hora de la entrada, alli en aquel salón majestuoso se sentaban alli pasaban las tardes, hasta que una tarde los invito al pasadizo, nunca vieron semejante mundo, lleno de estancias, donde podían navegar por un lago, pasear por un bosque, donde nunca era de noche, alli era todo como un sueño. Una de las cuevas estaba repletada de animales adiestrados de todas las especies, era fascinante ver ese colorido de fauna. Aquellas salas eran como el paraiso, que ellos visitaban cada tarde, cada día era una sorpresa más agradable. Era un mundo inimaginable en el exterior, era como un sueño, todo lo que sus ojos percibían.

Cada vez que algún humano entraba al palacete los fantasmas aparecían, todos huían, en Colin nadie osaba a entrar al Palacete malvado, donde incredulidad era creciente, pues la leyenda decía que el fantasma era la hija del señor, que tuvo con una amante, era verdad.....
Era ella, pero no era fantasma, se cubría en una sabana blanca y sus águilas entonces nadie se atrevía entrar, y poder vivir en su mansión.

LA LEYENDA CUENTA QUE ES EL PALACTE DE LOS FANTASMAS.

Nunca más en COLIN nadie entro aquellas estancias.

Palacete donde el fantasma era dueña y señora.

PD. Esta modesta e imaginativa historia fue escrita la tarde de nochebuena y la mañana de navidad del 2007.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Me encantan este tipo de leyendas, por lo que me gustó mucho tu historia.
¿Qué tal compañero?, ¿cómo fue el verano? Espero que estés de maravilla.
Un abrazo y cuídate.
Paco Mira ha dicho que…
Gracias Alatriste por tu visita..Espero que hayas pasado buen verano, disfrutando del mar y tertulias nocturnas en alguna terraza....Saludos.
Max ha dicho que…
Excelente relato!! Me encantó y enganchó hasta el final.
Besos

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