Nuevos tiempos


 Esperaba el Bus, mientras por el smartfhone leía las noticias, el virus avanzaba ferozmente, los políticos en sus guerras partidistas, la economía naufragando hacia el fondo del mar, los fondos buitres de inversión rompían el Ibex en mil pedazos, la población con mascarillas y esto cada vez peor.  Era el primer lunes del otoño, la parada del bus estaba vacía, antiguamente a estas horas estaba repleta, ahora el teletrabajo, los ertes y vaya a saber no parecía ser un día laborable. De pronto un wasap me saco una sonrisa, como cada mañana los buenos días de Ernest, que comenzaba a lidiar con sus niños como él los llama a sus alumnos de infantil, siempre tan optimista y alegre, siempre me dice, hay que ver siempre el lado bueno de las cosas por muy mal que creamos que sean. Así es, esta pandemia en los tiempos de confinamiento comencé a meditar, cada día era más intenso, la calma una palabra que hacia años que olvide, pues iba acelerada y corriendo a todos los sitios, me encontré a mi misma, dar el valor justo a las cosas, ver en todo el lado positivo, ser paciente, amable sobre todo conmigo mismo, quererme más, cosa que me quería muy poco, todo por la competitividad reinante en este mundo del cual era esclava.

Desde hace unos meses, intento mejorar siempre desde mi interior, si me equivoco rectifico y no me culpo, sobre todo que cada aprendo más de la vida, ser yo misma cuando acierto o fallo, soy la misma persona, cuando mi ego se pone insoportable lo ignoro.

En este año diferente donde la mascarilla nos acompaña en el devenir de los días, en ella se esconde muchas cosas, las sonrisas que tanto le hace falta a la gente cabreada en si misma, pero no queda otra, mientras el virus conviva entre nosotros y esperando la vacuna para estar seguros y poder sentir nuestra cara sin mascarilla y sonreír en libertad.



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