EL TREN



Era mañana fría de diciembre en el colegio publico de un barrio de las periferias de la ciudad, los niños divisaban atónitos las primeras nieves, ese día estaban muy excitados para trabajar con las matemáticas, todos miraban hacía las ventanas, que a la pizarra, donde la joven profesora con ganas de comerse el mundo en la docencia, intentaba que le prestaran atención, entonces viendo la nieve, el frio y que estaba cerca la navidad, pensó en los juguetes, que mejor cosa que escriban la carta de los Reyes Magos.

De pronto olvidaron de los copos, se pusieron en la tarea, les pidió silencio, pues por la ventana los vigilaban los pajes, todos la encabezaron la típica frase Queridos Reyes Magos de Oriente, seguidas de toda una exposición de juguetes y anuncios televisivos para explicar como era lo que querían. Una velocidad increíble escribiendo, todos muy atareados, pero un niño termino pronto, su mirada reflejaba tristeza, su visión era hacía los cristales, lo cual llama su poderosa atención.

La profesora vio su carta estaba en blanco, él le contesta, yo sé quien son los Reyes, son los padres, bueno son Melchor, Gaspar, y Baltasar, pero los que compran los juguetes son ellos.

Los otros niños al oír aquello levantaron su cabeza mirándolo atónito, se preguntaban a ellos mismos será verdad, algunos ahora si que deducían algunos movimientos raros de sus padres ese día.

Él desanimo se apodero de la clase, era la verdad, las cartas se quedaron a medias, aquel pobre chaval era de un barrio de chabolas donde muchos días comía bocadillos, su padre era un chatarrero, y sabía que era la miseria.

Cuantas cartas perdidas a los Reyes Magos, cuantas noches de magia, se convertían en desilusión, que pronto supo la verdad, que aquello todo era mentira, noches del 5 enero en la espera que nunca llegaba, De niño ya conocía la farsa que se movía el mundo, donde los humildes bastante tenían si podían comer todos los días, siempre de prestado, no sabía lo que era estrenar unos pantalones, ni desenvolver un regalo de cumpleaños, tan niño y tan hombre a la vez, estaba aprendiendo muy deprisa, dolor de sus padres, que le encogía el corazón las noches de frio, cuando su madre los mandaba a la cama a dormir pronto porque no tenían con que calentarse, así entre las mantas de la cama y el cuerpos de sus hermanos no pasaban frio. Su padre era hombre honrado, pero era hijo de Gitanos, no sabía ni escribir, ni leer, solo sabía coger chatarra y de vez en cuando le daban trabajo como cargador en algún muelle de frutas, él era hijo de un extoxicomano

El mundo de la felicidad estaba a un par de kilómetros, no muy lejos, luces, adornos, musica de villancicos, el otro estaba muy lejos de la verdad, hasta donde los ratones eran pobres, por estar allí, donde la abundancia no existía.

Él tenia una cosa a favor que los otros niños carecían, tenia imaginación, de una simple astilla se figuraba que era un gran tren, había tardes que se alejaba 500 metros del poblado, se sentaba, pasaba las horas viendo pasar los trenes, conocía todos ellos, y donde iban, Talgo, Ave, Altaría, sus sonidos que emitían al pasar por las vías, soñaba con ser el maquinista, soñaba en el fondo con la libertad, con salir huyendo de aquella vida que le esperaba, tan niño, ya conocía su futuro, pocos salían de aquella vida y algunos regresaban peor.

Ante aquella reacción de la maestra, comenzó a explicar el tema de los Reyes, un tema tan fácil, pero tan difícil a la vez, de la ilusión pasaban a la incredulidad, sus caras denotaban miradas de extrañeza, de sorpresa a la vez, gestos, muecas de sus padres, que ahora si tenían respuesta, algunos no querían creer, fingían, pero era imposible, era verdad,

La explicación del niño fue muy exacta pensaba la profesora mientras se dirigía a su casa, los Reyes son Melchor, Gaspar y Baltasar, pero los juguetes los compran los padres. Que verdad, un niño sensible nunca miente, sus imágenes pensando en las noches desamparo de aquel alumno, le encogía el corazón, su memoria le hacía recordar cuando era niña, bien abrigada con bufanda, se le hacia eterna la tarde reyes, con la llegada, el nerviosismo, incertidumbre, desesperación con el paso tan lentas de las horas, y ver si los sueños se cumplían, acaba al principio desilusionada, pero después contenta, por los olvidos de los pajes.

Al día siguiente tuvo quejas de algunas madres, por aquella explicación, e intentaba convencer que no era nada malo, que surgió, que al fin y al cabo, les dijo no todos los niños tienen la suerte que los vuestros, pero los mayores como siempre no atendían al razonamiento, se sentía muy mal, que gente más radical e incompresible, llego a oír algún insulto de los niños hacía ella, con el consiguiente, me lo ha dicho mi padre.

Hay padres que confunden la educación con la enseñanza pensaba, le daba vueltas al asunto, en silencio mirando a través de la ventana, hacia el infinito, no llegaba a comprender aquella gente tan miserable que era en el fondo, fue el primer golpe bajo que recibió en un mundo nuevo que empezaba de la docencia, era su pasión, pero ella como el niño, la realidad ya la conocía, las criticas, la ferocidad, la incomprensión, estaban en el mismo lado de la orilla del rió, que pena pensaba, estoy enseñando a niños y los padres están forjando fieras, como la gente podía ser de esa forma, se preguntaba una y otra vez, pero vio el vuelo de un pájaro, le desperto d e aquel letargo, siguió el vuelo, como luchaba por sobrevivir en aquel parque, metido entre torres de cemento, como iba evitando los obstáculos, entonces se dio cuenta que ella, tenia que ser igual, fiel a sus principios.

Aquel niño carecía de muchas cosas, pero tenia un instinto de supervivencia muy superior a los otros, noto que era mucho más inteligente que los demás, pero le faltaban medios, su mirada perdida muchas mañanas, no era, los otros atendían expectantes, pero les costaba mucho trabajo comprender, él lo entendía todo sin prestar tanta atención, su mente era mucho más despierta que la de los otros,

Era de noche, la mágica noche de luz y esperanza, los grandes almacenes llenos de gente, bolsas de regalos, prisas, la tan escuchada canción por el sonido ambiente, “ ya vienen los reyes” tarjetas, envoltorios, las dependientas acelerándose en cobrar, en empaquetar, en la calle gente comprando castañas, en esos momentos aquella joven cargada de bolsas, dándose prisa por llegar a sus casa, estar con sus familiares y amigos, al pasar por escaparate vio un juguete, siguió caminando, de pronto se paro y se quedo pensando, un escalofrió le entro por todo el cuerpo, dio la vuelta, se quedo mirando el escaparate y entro.

Subió al coche avanzando muy lentamente, la ciudad estaba muy repleta de trafico, y calles céntricas cortadas donde la gente ya esperaba el paso de la cabalgata, semáforos en rojos que pasaban a verde, pero el coche seguía sin moverse, miraba la hora, los nervios le comían, poco a poco salió de aquella locura, se fue en dirección en búsqueda de la circunvalación, cuando se salió de alli, andaba un poco perdida y con algo de miedo, pasaba por unas calles si se podían llamar, eran caminos de barro, y gente calentándose en bidones con fuego.

Estaba sentado en una vieja silla, miraba las estrellas, al fondo encima de la ciudad, se lleno el cielo de coloridos, los fuegos artificiales daban la bienvenida a la cabalgata, él cambio de posición miraba el infinito de la oscuridad, a lo largo divisaba las luces de algún tren, aquellos que muchos esperaban de regalos, pero hoy estarían vacíos de pasajeros. Vio como un coche se acercaba, pero no le dio importancia, pero al minuto, se paro delante de la casa, vio una chica joven que salía del coche, con aspecto asustadizo, de repente le pareció familiar aquella figura, la llamo por su nombre, ella respiro, en esos momentos estaba pasando miedo en aquel sitio tan desconocido.
Saco un paquete de una bolsa y se lo entrego, él parecía como embobado, nunca había tenido un paquete tan precioso con un papel de colores, en silencio lo abrió, entre las luces del coche y la luna, vio que era una pequeña locomotora, no se lo podía creer, lo que tenia en sus manos, delante de sus ojos, se quedaron mudos sin palabras los dos.
En esos momentos de chabola salió un hombre no muy mayor, pero con piel castigada, ropas descoloridas y pelo muy largo, llevaba una caja de madera en sus manos, él los presenta, miraba muy expectante lo que su hijo tenia entre las manos, les dio la cajita de madera a su hijo, el resto de niños salieron de la chabola, con unas pequeñas figuritas todos alborotados y contentos. Abrió la cajita de madera, con curiosidad y vergüenza, allí delante de su profesora, dentro había un silbato de algún jefe de estación, se lo enseño y les comento que aquella era una obra de colección, a lo cual el padre le contesta, que era consciente, pero cuando lo encontré por medio de la chatarra, me dije que era para mi hijo, es la primera vez que le regalo una cosita, es muy triste tantas noches como esta, donde todos disfrutan, y aquí estos solo miran al cielo.

De vuelta a casa era tarde, la radio sonando música como preparando el roscón, llega a su casa, todos la esperaban impacientes, por aquella tardanza, pero pronto supieron por su cara, que algo pasaba, denotaba paz, tranquilidad, nadie pregunto, se repartieron regalos unos con otros, pero en el fondo, su regalo hacía rato que lo había recibido.

Ver la cara de aquel niño, su felicidad de esta noche, fue lo más hermoso que le había sucedido en la noche de Reyes.

Unos solo abrirán juguetes y al final no jugaran, este soñara con ser el maquinista del tren, que le lleve a un mundo de sueños, de libertad y sobre todo de una vida digna, donde todos los días pueda comer.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
EL TREN, QUE ALEGRIA MAS GRANDE, CUANDO LLEGA Y SALE DE EL LA PERSONA AMADA.

Y QUE TRISTEZA, CUANDO SE LLEVA AL SER QUE AMAS.

EL ANDEN DEL TREN, PUEDE SER UNA ALEGRIA O UNA TRISTEZA, DEPENDE.

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