LAS TRES ROSAS

Todos los miercoles cortaba tres rosas del jardín y se dirigía por el camino pedregoso que iba desde la aldea al campo santo de la población más cercana que estaba a tres kilómetros. Mientras iba caminando las imágenes le cubrían su alma, no sabía distinguir si era feliz o era una desgraciada, pensaba por momentos que era lo mejor que podía haber pasado, pero minutos después se preguntaba, porque ese castigo, nunca había hecho daño a nadie, las contradicciones iban cada vez en aumento, semana, tras semana, mes tras mes y año, que dolor, que tristeza, los aniversarios siempre eran motivo de felicidad, este era una losa muy pesada que llevaba, que pensó hacía un año, hace años dejo creer, en todo, hubo temporadas que todo era oscuridad, otras veía algo de luz, algunas era muy feliz, cuantas dudas antes y ahora.

Cuando entraba por la puerta de hierro que estaba de toda la vida en el cementerio, se dirigía a la tumba, alli, estaba un trozo de su corazón o estaba todo, él que llevaba encima era un pedazo de carne interior. Se sentaba y empezó una comunicación entre dos almas, sus miradas, sus pausas, la risa, el llanto, la desesperación de noches sin fin, recordaba el día que nació, lo feliz que fue en el momento que la matrona nada más nacer le puso al niño encima de ella, fue la persona más feliz de la tierra en esos instantes, cuando pudo tocar su ser, después de notarlo dentro de ella, verlo, acariciar suavemente su piel rosa, aun con sangre. Pero horas después noto la cara de los familiares como evasivas, se temió algo, cosa que a la mañana siguiente el médico delante de su marido se lo confirmo, su hijo no era como los demás, entonces se derrumbo, las caras de sus familiares no le habían mentido aunque las palabras le escondieron la verdad. Su luz se apago, estaba como in pasiva, sus familiares le animaban, pero quien a quien todos estaban destrozados, nadie estaba preparado para aquella situación.

Pasaron los meses, se fue haciendo a la idea, poco a poco el cariño iba ganando a aquella depresión que tenia encima, lo más doloroso era la gente, que se compadecía, lo llevaba muy mal, cuando estaba en casa parecía llevarlo mejor, cuando salía a la calle entonces se le caía el mundo encima, su nene nunca podría ser como los que estaban jugando a la pelota.

La vida la fue haciendo fuerte a la vez y muy débil, pero el cariño era inmenso, se juraba todos los días, que ninguna madre le iba a ganar en querer, pero la realidad muchas noches cuando apagaba la luz e intentaba dormir, le desvelaba, sus preguntas en la oscuridad de la, alcoba dando vueltas para todos lados de la cama, toda era oscuro, la angustia le podía, pedía alguien, no sabía si era Dios, o quien coño fuese, que se fuera él, antes que ella, de repente su conciencia le dictaba que era muy mala madre, le entraban escalofríos, sudores, la noche se hacía larguísima.

El niño se hacía mayor, pero su enfermedad le impedía moverse de la cama, solo un rato en un sillón que tenia al lado de la ventana, como tenia todos los órganos afectados, no hablaba, solo reía o lloraba, le enseñaron a comer con paciencia con la mano menos débil, todo era muy costoso, se iba haciendo grande, eran muchos años en la misma habitación, mucha carga, había días que el nene miraba por la ventana ausente, empezaba a distinguir la lluvia, cuando estos mojaban los cristales, daba voces sonoras como de novedad, se ponía muy nervioso.

Con paciencia su madre le enseño hacer rayas en un papel en blanco, cada día sentado en el sillón, él con gestos y sonidos reclamaba el papel y lápiz, empezó a distinguir colores, no sabía los nombres, pero eran diferentes.
Muchas tardes los dos, madre e hijo pasaban juntos, ella cogía su mano y trazaban figuras, pero a veces el se ponía nervioso de la excitación que le producía, tenían que dejarlo.

Pasaron los años y consiguió hacer un dibujo y colorearlo, fue todo un logro, eran los más felices de la capa de la tierra, pero el niño, no saben porque, pillo un virus intestinal, lo tuvieron que ingresar en el hospital, cualquier niño, solo con suero le bastaba, pero él no-tenia casi defensas, pasaron varios meses, cada vez iba peor, de pronto mejoro, pero a la noche se le cerraron los ojos.

El frio recorrió por el cuerpo de aquella mujer que en estos años paso de ser joven a tener un aspecto de muy mayor, la dureza de estos años la marcaron, en vez de treinta y tantos parecía mucho más mayor que las de su edad.

De vuelta por el camino hacía la aldea, sus piernas estaban pesadas, cansadas, de tanta lucha, era una mujer con la mirada ausente, mientras caminaba hacia su casa, nada más llegar subía a la habitación de su hijo, alli estaba el dibujo de las tres rosas, aquel que el logro, dibujar y colorear. El día que se murió le prometió que todos los miércoles le llevaría tres rosas, para hacerle compañía, como aquel miércoles que termino el dibujo de las TRES ROSAS.

Miraba el dibujo colgado en la pared, veía en él, su cara, su llanto, su risa, su desolación, y sobre todo SUS TRES ROSAS.

Comentarios

Unknown ha dicho que…
QUE BONITO, ES QUE LO QUE NO HAGA UNA MADRE POR SU HIJO...........

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