LA LUZ



Estaba sentada delante del ordenador con las gafas mirando la pantalla, los dedos fluyendo desde su interior, revisaba, cada párrafo, analizaba cada frase, era momentos de silencio, eran tardes iluminadas por la luz de aquel viejo flexo, el resplandor al fondo de la lumbre del salón, con las plantas daban un toque de paz, era sus momentos mágicos, que le aportaban una tranquilidad.

Después de tantos años dedicada a la familia, trabajo, hogar, aquella prejubilación, que al principio la martirizo, le condujo por un pasadizo oscuro, donde la amargura y la tristeza caminaban todos los días cogidas de la mano, notaba todo su cuerpo sumergido en una losa muy pesada que no la dejaba caminar, hasta que una mañana, dijo basta, mando hacer puñetas a las emociones negativas que fluían en su cabeza.

Aun era joven, para aprender, tenia muchas ganas, siempre fue amante del cine, era su único pasatiempo, ir de vez en cuando a las salas y desconectarse de todos los problemas, su mente estaba fresca, necesitaba dar riendas a sus sentimientos, pasiones, Vivencias a lo largo de su vida, donde fue superando situaciones difíciles, esposa, amante de su pareja, madre, sirvienta de sus hijos y sobre todo consejera, era la que aportaba la paz, la serenidad en aquella casa.

Una tarde se apodero del pequeño aparato, era el ordenador, donde su marido pasaba tardes de domingo preparando informes de trabajo, poco a poco fue conociendo aquel pequeño, pero gran mundo. Iba repasando su vida, anotando ideas, y sobre todo escribiendo, anécdotas, poesías que le venían a la memoria que recitaba en el colegio, se encantaba a gusto, había descubierto la literatura.

Cada tarde se sumergía en un mundo nuevo de pensamientos plasmados por aquellos dedos, era el momento deseado del día, luz, pasión, entrega, en aquellos momentos se evadía del mundo, sólo existía ella, su relato. Toda la mañana haciendo trabajo domésticos, pero imaginación le llevaba a otros lugares, anotaba en una hoja de papel todo aquello, cuando salía a la calle, se había vuelto muy observadora, el caminar de la gente, sus caras, sus rasgos, sus vestidos, su forma de coger un taza de café, hasta de sus tics, le encantaba sentarse en una cafetería , tras el cristal, saborear el aroma un delicioso café y observar aquella gente anónima que llenaba las calles de colorido, se reía para sus adentros muchos tenían cara de peleados con la vida, otros corrían como si el mundo se terminase, y algunos tenían formas de despistados, de vez en cuando abría su bolso sacaba su pequeña libreta roja y anotaba curiosidades que identificaba.

Un día decidió escribir una modesta narración, que poco a poco se fue convirtiendo en una novela de ficción y realidad, sus notas, sus ideas, sus formas de pensar se iban plasmando, se encontraba cada vez más a gusto, bendita la hora que me despidieron, pensaba y se reía, y que suerte de mandar al garete a la depresión, cuando se miraba al espejo se veía más joven, para imaginación la mía, pensaba, que soy guapa lo se, se lo decía al espejo.

Aquellos escritos iban cogiendo forma, revisaba, corregía, cambia frases, volvía empezar, ahora ya no eran las tardes, era parte de la noche, estaba durmiendo de repente le venía una idea, se levantaba, la plasmaba, su marido esta empezando a enfadarse, lo tomo con alegría al principio, como un bálsamo para su tristeza, la veía contenta, pero ahora la veía obsesionada, trataba de explicárselo, pero él no acaba de entenderlo.

Un domingo, como todos, sus hijos con sus respectivas parejas iban a casa a comer, en el café, les contó que había terminado el libro, que quería publicarlo, pero no era cosa fácil, más bien era imposible, pero tenia una idea, y decidida, se la comento, sus caras pasaron a ser de extrañeza, desaprobándolo, miradas cruzadas con su padre, con cara sorpresa, el silencio inundo el salón, los reproches se empezaron a cruzarse, entre sus dos hijos, ella, y su marido, sus nueras miraban con cara de incredulidad, calladas.
Frases como “ mama estas loca, toda la vida luchando” “ ahora que tienes un dinero de la prejubilación lo vas quemar”.

A pesar de la contrariedad, la oposición, lo tenia decidido iba a publicar su libro de su dinero, era como un hijo, era un parto e iba a dar a luz, nueve meses metida en aquella maravillosa, fascinante historia, se había entregado en cuerpo y alma, como se entrego años atrás a sus hijos.

El día que fue a recogerlo a la imprenta, el nerviosismo se apodero de su ser, sudor, frio, sensaciones de euforia y la vez de extrañeza .Cargo sus cajas llenas de libros en el maletero y en asientos traseros, tenia por fin a su hijo, olía a papel, a tinta, a cola, miraba, la tapa, la volvía a mirar, como una madre que mira a su hijo en el canasto recién nacido, que aun no se cree que es madre, si aquello salió de ella, lo mima, lo cuida, se pasa horas y horas mirándolo, era la misma sensación que hacía 25 años, pero ahora era otra, era el sueño, de aquella niña de coletas, inquieta, que de pequeña se encerraba en su cuarto y escribía cuentos de hadas, donde ella era una princesa y dejaba volar entre nubes divisando el horizonte, haciendo desaparecer todos los malos del planeta, para convertirlos en buenos, cosa que nunca pasaba, porque en mitad de la escritura y altos vuelos la llamaba su madre para que les diera la merienda a sus hermanos más pequeños.

Aquella tarde llego a casa abrió las cajas, en la primera hoja escribió con pluma, de tinta, que heredo de su abuelo, el nombre a quien le regala el libro, la mano le temblaba mientras escribía el nombre de aquellos bichos que fueron y ahora eran adultos, que no aprobaban su decisión, después su marido y así la de todas sus amigos, familia y conocidos que les tenia estima.

Tenía miedo a la comida del domingo, el ambiente fue tenso durante unos meses, que caras harían cuando les diera el libro, lo tirarían al suelo, no lo mirarían, se lo negarían, su cabeza iba a mil, todo era dudas, incertidumbre, en momentos se sentía muy a gusto con la decisión, pero en otros se encontraba rara en su ser, se apoderaba la tristeza, era una conjunción de sentimientos que se cruzaban.

Al día siguiente de la comida, nada más amanecer, apareció uno de sus hijos, cuando lo vio entrar, con el libro en la mano, pensó lo peor, lo tira al fuego, pero como instinto de madre, noto en su cara algo alegre, se acerco le dio dos besos, fue a que le hiciera una dedicatoria del libro, estaba encantado de la narración, era el hombre más feliz de la tierra y su vez avergonzado por el comportamiento, pero al poco tiempo llego el otro hijo, quería darle un abrazo a su madre.

Aquel día nació una escritora, una soñadora, la niña de las coletas e inquieta, volaba lo más alto entre magos del arte literario, era el comienzo, era una nueva vida, no eran sueños, era una paz interior la instalaba en su ser, lo que comenzó con cuentos de princesa, se había convertido en una pensadora, que plasmaba su imaginación, para que otros le den luz y color, forma y sentido.

Pero tanto el escritor, como el lector formen parte del maravilloso mundo del libro, donde es una pequeña parte de cada corazón que se sumerge en maravilloso mundo literario del escritor, donde ambos a mucha distancia entre sí, se encuentren y cada cual sea el protagonista.

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