Las Velas.



El cielo amenazaba tormenta, la noche era negra, la calle estaba desnuda, el frió calaba entre los huesos, las sombras comenzaron ser dueñas de las luces, un relámpago ilumino el cielo, a los pocos instantes exploto una cadena de pirotecnia en entre las nubes, las baldosas perdían el control del diluvio, desde las ventanas miraban el cielo y el horizonte lejano de la mar, oían las fuerzas de las olas al chocar contra la dársena del puerto, las sirenas no se oían como cada noche cuando llegaban los barcos desde alta mar avisando que llegaban con buena pesca, el puerto era desolador con que el viento arrastraba algunas embarcaciones que se soltaron se encallaban con otras, los mástiles desnudos aguantaban la fuerza del indomable viento, el faro dejo de iluminar, el cielo se tiño de colores a cada instante el sonido era estremecedor. Desde las ventanas las mujeres rezaban, otros días los barcos ya estarían en puerto, madres con el rosario en mano, la vista a lo lejos, se aclamaban a la Virgen del Carmen, cada una rezaba a su manera, algunas no eran creyentes pero en noches como estas imploraban rezando a su manera, que más daba, las velas iluminaban todas las ventanas, en esos momentos daba igual que fueran madres de avanzada de edad, mujeres, hermanas e hijas, sus ojos se perdían mezclados con las lágrimas pidiendo clemencia a la mar, solo conocían la pesca como forma de vida, el mar las acompaño desde la cuna, era el su sustento de sus familias, ellas pagaban facturas muy altas a la vida, sufrimiento, dolor, incertidumbre y la memoria que en estos momentos era como una película de terror que se proyectaba en sus mentes, en aquellos instantes los malos recuerdos eran los dueños las calles estrechas de la ciudad sus mujeres mayores vestían de luto, el negro era el único color que conocían en su vida, todas sabían el amargo sabor de la muerte en la mar, de un padre, hermano, hijo, las más jóvenes en estos años se habían rebelado al color negro, se prometían que nunca llevaran negro, corazones huérfanos, solitarios, mucho dolor escondidos en sus rostros, siempre mirando de frente, porque el mar si tienes miedo te aniquila, el mar pide respeto, ellas tenían respeto, no miedo, odiaban el negro maldito de las calles.
El día amaneció lentamente el mar se calmo, las nubes descansaron, ellas bajaron al puerto, todas en silencio se miraban, los ojos nunca mienten, caras desencajadas, preocupación, y sobre todo lo duro de no tener noticias, a media mañana los barcos llegaban a puerto, por fin las sirenas comenzaban a sonar, ellas solo querían ver bajar a sus hombres de las embarcaciones, mientras seguían tensas, por fin comenzaron a descender, otra noche de angustia para el recuerdo, una más en el peaje de mujer de pescador, su corazón seguía siendo de piedra, porque el mar solo da tregua, sigue con su norma, siendo imprevisible, muy duro, la confianza se paga, el mar siempre hay que tenerle respeto pero nunca miedo.
El rosario, y la estampita de la Virgen del Carmen volvían al cajón a la espera de otra noche, oscura, negra de incertidumbre, y las velas iluminaban todas las noches las ventanas de todas las casas, eran el faro de sus vidas.

PD. El cuadro ha sido realizado por mi amiga TITANIC, donde se puede apreciar un maravilloso puerto de mar, gracias por dejarme esta fotografía.

Comentarios

Pluvisca ha dicho que…
Hola Merl, hacía dias que no entraba a leer a uno de mis escritores preferidos del foro.

Me emociona leerte.

Precioso el cuadro de TITANIC

Un abrazo
Unknown ha dicho que…
GRACIAS A TI MERL POR DEJARME FORMAR PARTE DE ESTE MARAVILLOSO RELATO.

ESCRIBES MUY BIEN, ME ENCANTA COMO LO HACES, TIENES UN DON ESPECIAL PARA HACERLO. NO DEJES DE ESCRIBIR NUNCA.

IGUALMENTE MERL.

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