Diario de un anciano


En esta mañana de un tibio invierno, el sol luce tímidamente, sentado en el mismo banco de la explanada viendo pasar los días.
Sol que iluminas mi vida.
Amante de verano.
Compañero de invierno.
Sol de mis días.
Sol de invierno.
En esta ciudad costera las palmeras son la flora de este paseo, leo placidamente el periódico, las palomas juegan entre mis pies comiendo unas migas de pan.
Alicante sonríe.
Sol que iluminas mi vida.
Una mañana más esta ciudad de adopción de mi jubilación, no olvido mi querido Burgos. Aquí paso los días de invierno mirando el puerto.

II

Un día la vida me golpeo el corazón, fue un lunes de otoño, dejo este mundo cuando teníamos el futuro de la vida por delante en esta tercera juventud, muchas ganas de vivir aquí frente al mar, disfrutar del sol de invierno. Años de trabajo, felicidad con nuestros niños de pequeños, luchas con adolescentes y ahora que creíamos ser el príncipe y la princesa del amor.
Lunes de lagrimas.
Otoño negro.
Cáncer maldito.
Sueños rotos.
Alicante nos esperaba.
Cáncer maldito.
Hijo de Satanás.
Maldito bastardo.
Te odio.
Cáncer.
Mis lagrimas encogen mi corazón en este paseo que tanto soñábamos pasear cogidos de la mano en los inviernos.
Quiero dejar de llorar y no puedo, esto es una losa muy pesada para mi espalda maltrecha de tanto dureza de años trabajo.

III

Todas las tardes paseo por el Postiguet esperando la despedida de este sol de invierno y no puedo dejar de recordar los días que pasábamos con nuestros hijos pequeños en esta playa en verano, castillos de arena, luchas para que salieran del agua después de dos horas jugando con las olas y aquí conocieron en su adolescencia el primer amor del verano en la noche de las hogueras. No puedo dejar de recordar los castillos de fuego artificiales en la semana de San Juan que tanto nos gustaba este espectáculo de pólvora y fuego en el cielo de esta playa.
Paseos por el Postiguet.
Playa hermosa.
Mar azul.
Arena de oro.
Días de verano.
Nuestra playa.
Hoy miro.
Te veo aquí.
Paseando por el Postiguet.
Playa hermosa y coqueta.
Nuestra playa.

IV

Todas las noches después cenar me bajo al puerto. Las luces tenues iluminan este paseo, la humedad cala en mis huesos maltrechos.
Tengo miedo a las noches, el insomnio es mi compañero de fatiga.
Los sueños se evaporan, la noche todo lo magnifica, la crueldad es infinita. No se si mañana estaré en este mundo o igual estoy más cerca de ti.
Las estrellas iluminan el cielo raso, las pesadillas resplandecen el cielo, igual soy un cobarde por no querer afrontar la realidad. Quien sabe, si soy o no, me da igual, soy un cobarde.
El cobarde esta en el puerto, cada día le cuesta más ir para el apartamento e intentar conciliar el sueño. Recuerdo el día que tus cenizas descansaron en el puerto que era tu voluntad, en el mar, soñando con los barcos del puerto.
Querida Carmen.
Tus cenizas están en aquí, me cuesta moverme de este lugar.
Me voy para casa.
Hasta mañana.
Querida.
Carmen siempre te querré.
Las luces del puerto se apagaron es media noche.

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