Sueños

Nunca suena el despertador, miento la alarma del móvil, los despertadores han pasado al olvido de las tiendas de los chinos, nadie les presta atención en los estantes abultados de genero. A lo que vamos, aquella mañana sonó la alarma, a las cinco de la mañana. Estaba en pleno sueño, surcando en historias inimaginables de la vida, he decir que me encanta soñar, una noche sin sueños, una noche perdida. Mecánicamente me levante, directo hacia el retrere o wc que queda más bonito, la próstata esta presente, atrás quedaron esos chorros con potencia y sonoros en el choque con el agua, lavado de cara, afeitado, pelo en tonos blanquecinos, porque él más cabron que hay es el espejo del cuarto de baño, te recuerda que los años pasan, las canas y arrugas cada mañana son más visibles. Después de la liturgia del aseo y vestido, cafetera en el fuego, como un robot se asoma uno al balcón para notar la temperatura y ojeada al cielo. La luna en su sitio, no se si es que hay nubes que la tapan o no veo bien, me acuerdo que anoche me tome una pastilla de esas del sueño, que anuncian se acabo la cuenta de borreguitos, "ostras" por eso no veo bien, y ha sonado hoy la alarma del móvil.
Intento recordar el sueño de esta noche no lo consigo, la luna se descojona de mi, por  mala memoria, la culpa la tienen las pastillas azules, la cafetera me devuelve a la vida, preparo un café con leche, croassant, y pastilla de la tensión, unos toman zumo de naranja, los cincuentones pastillas para vivir cien años más.
Escucho un ruido en la calle salgo al balcón , los sueños aparecen con toda tranquilidad y veo que la luna se ha largado, iba devolverle las risitas de ironía que tanto usa, me quedo con cara de tonto. Lo que nunca deambulan en mis sueños, que me ha tocado la lotería, es imposible, ni la primitiva ni nada de eso, porque soy muy racano para comprar, hay una teoría que dice que el dinero va a el dinero, pues como soy un bolsillos vacíos, no compro. Los visitantes se pasean por mi casa, son los sueños que toman café, y la luna esta sentada enfrente de mí, se ríe de mi, noto en su rostro que me llama ignorante, que injustos que son los sueños, nunca se cumplen, seguiré soñando cada noche, eso si, sin pastillas antiborreguitos, para tener unos sueños más claridad, no tan confusos, y algún día se cumplirán, aunque no creo en los milagros.


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