SENTIMIENTOS





Como todos los domingos por la mañana íbamos al parque, hoy el sol nos acompañaba, quería estar presente en este día de invierno, donde el frio y la lluvia eran sus amigos.
Bien abrigados con gorros, bufanda y guantes no hacían sobra, el viento era frio, era cerca del mediodía la gente estaba más predispuesta a salir, las mismas caras de todos los domingos, me senté en el banco de madera, donde algunos jóvenes dejaban sus corazones de amor, mientras miraba a mi hijo en el carro, jugando con un papel, me miraba se reía con sus dos dientes recién salidas, era lo único que me hacia feliz, aquella criatura inocente, miraba alrededor solo encontraba amargura, me preguntaba, seré diferente, o seré un cobarde de la vida, en silencio mis lagrimas se derramaban por el corazón, lo único que me salvaba estaba alli, enfrente de mi, ausente de la angustia de su padre, Solo era feliz los domingos cuando estabamos los dos a solas.
Su risa, su inquietud, alli sentado mirando expectante a la vida, estaba descubriendo cosas nuevas, quizás algún día descubra el dolor de su padre.
Cada día era una amargura, mi cuerpo se había revelado hace años, que hacía allí, era toda mentira. Quería pensar que era un sueño maldito, pero no lo era, era realidad. Me odiaba, mis sentimientos querían salir del fondo negro que habitaban, allí ejercía de carcelero, pedían gritando la libertad, yo la negaba.

Pensaba ir a un psicólogo, pero me decía, para que, si lo que sientes lo tienes guardado.
Mi vida era monótona, mi mujer, mi familia, el trabajo, me encontraba vació, me culpaba de no tener la gallardía suficiente, quien me paraba, no sé, ahora tenia la excusa de mi hijo, pero mi mente me recordaba que siempre sería, me recordaba que me estaba mintiendo.

Me levante nos fuimos de vuelta a casa, tenia calor, sudaba como un maratoniano, era miedo, terror, no sé, al momento tenia frio, él estomago me dolía, el pecho me ahogaba.
Me estaba diluyendo en liquido, era un muchacho que caminaba, no-tenia gallardía ante la vida.

Entre en casa, deje al niño en la alfombra jugando, mi esposa me pregunto porque tan pronto habíamos llegado, no le conteste. Cogí la maleta la abrí, me dispuse a coger mi ropa, ante las preguntas y el asombro de ella que miraba impasiva.
Rompí a llorar, no puedo soportar esto más, como madre de mi hijo, amiga te quiero, pero yo soy homosexual.
Se puso blanca, rompió a llorar, sus insultos proliferaron con gritos atronadores.
Cuando se calmo, le explique no había ningún hombre por el medio, pero no sentía nada por ella, solo por los hombres, era un cobarde, porque este sentimiento lo descubrí de joven, siempre pensaba que desaparecería.
Esto cada día iba más, estaba harto de engañarse, y de mentir a todo el mundo, no podía llevar más esa carga.

Bese al nene que estaba jugando, con lagrimas en los ojos, me fui con la maleta, la cargué en el coche y desaparecí por la ciudad sin dirección alguna,

No sabía dónde ir, pero lucharía por no ser un cobarde en la vida.

Llevaba muchos años de cobardía.

Comentarios

Uf Merl, de estas historias yo conozco alguna, y realmente es muy duro para quién las vive por dentro y quien se lleva la sorpresa de encontrar que ha vivido años con un completo desconocido.

Un abrazo
Pluvisca ha dicho que…
Es duro para él, pero la sociedad victimiza mas a la mujer en estos casos.

Personalmente creo que es una valentía hacerlo, demuestra honestidad, que en esta vida, tanto escasea.

Merl, disfruto mucho con tus escritos, gracias por dejarlos compartir.

Un abrazo.

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