23 de Abril


Paseaba por las calles estrechas de la calle Mayor, me llamo la atención un pequeño escaparate, la madera del marco estaba muy bien cuidada, mire algunos tomos perfectamente colocados, y unos libros de actualidad estratégicamente puestos para verlos al instante, al fondo se veía estanterías de libros.
Entre aquel maravilloso lugar que el olor a hojas impregnaba el ambiente, detrás aquel mostrador de madera un hombre mayor de mediana estatura, donde el pelo hacia muchísimos años que lo había abandonado, sus lentes pequeñas y redondas le daban un aspecto de bibliotecario, me atendió con una amabilidad exquisita, media sus palabras con un tono de voz con ronquera aguda, el sonido se hacía mucho más interesante, el movimiento de las manos adornaban las silabas. Me iba informando de los libros que posaban mis manos, y me pregunto sobre mis preferencias, entonces me condujo por aquel pequeño y agradable establecimiento, como un guía turístico que te va informando sobre cualquier pasado en una fortaleza, con anécdotas y vivencias.

Adentrarte por el mundo de un libro, es instalarte en una vivencia que el autor a impregnado a unos protagonistas a los que uno mismo le va poniendo rostro, luz, color, te instalas en un mundo que pasas a ser dueño. En esos momentos eres el principal protagonista empiezas la lectura, la interrumpes cuando crees necesario, la vuelves a retomar, mientras ella te secuestra, puedes ir pausadamente analizando cada frase, hoja, o avanzas rápido en busca del final, puede ser previsto, inexplicable, sorprendente o extraordinario, pero nunca te deja indiferente.
La sensación es mágica, analizas en unos instantes toda la novela, té quedas unos minutos visualizando mentalmente todo lo acontecido.

Leer es un placer solitario, el silencio es el mejor aliado, pero puede pasar estar en metro abarrotado de gente, en esos momentos él secuestra tu mente para que poses en ella toda su atención.

Gracias a los libros puedes conocer países remotos, vivencias que jamás sabrías que existen, ante todo te hace reflexionar, te ayuda a meditar, conocer el universo del autor, reparten enseñanzas donde profundizas con ellas.

Leer es una droga, pero no daña el cerebro, lo hace más elástico, tan importante es mover el cuerpo, como entrenar este órgano donde las vivencias y recuerdos quedan almacenados.

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No mata.
No da impotencia.
No molesta a las personas del alrededor.
No provoca cáncer.

Bendita droga. LEER.

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