PERDIDA


Las yemas recorrían su piel rosada, jugaba con los pequeños senos, su lengua jugaba con sus pezones, mientras se deslizaba buscando la zona oscura donde buscar el placer, mientras sus gritos de placer retumbaban en aquella habitación. Sonó el despertador, se quedo respirando, notaba los latidos agitados de su corazón, confusa del sueño, se levanto se queda sentada al borde de la cama, mientras se miraba al espejo.
Su tristeza era reconocible a mil leguas, desolación, amargura, su rostro era lo que el espejo trasmitía, aquella joven feliz estaba de luto, solo le apetecía vestir de negro.

Como todas las mañanas se dirigió a su trabajo, la cabeza agachada, zapatos negros, bambas blancas, botas marrones, zapatos rojos de tacón alto, era lo divisaba, mecánicamente, como un autómata caminaba por las mismas aceras, pasos cebra, avenidas, sonidos de claxon, alguna voz de un vendedor de loterías gritando los numeros.

Sentada delante de la pantalla, miraba por encima, cabellos blancos y negros la frente rosada, las gafas le hacia un aspecto atractivo, mientras a la vez atendía el teléfono.
Sus cuarenta y pocos los llevaba bien, los demás no veían nada, que era encantador, pero ella notaba pasión, fuego en aquel corazón, las manos largas ágiles como las de un pianista, sus dientes blancos, siempre con la sonrisa entre los labios y la barba blanquecina bien recortada le daba un aspecto de intelectual, o le parecía.

Soñaba como el padre de su hijo, hablaba de los suyos con una pasión desmedida, todos los domingos jugaba con ellos al tenis, presumía que estaba muy bien físicamente, que mantenía el tipo en la red. Su mujer era muy normal, no sabia que le había visto para enamorase y seguir enamorados como el primer día.

Cuando llegaba la noche se encerraba en su casa, las paredes sus tonos cambiaban de color, se volvían oscuras, no encontraba razonamiento, su depresión iba en aumento.

Era consciente que era culpable de la ruptura de la relación de su pareja, muchos años amándose los cuerpos, noches de búsqueda entre las sabanas, besos, caricias, masturbaciones conjuntas, la quería, pero llego odiarla, nunca con ella podría ser madre, siempre le gustaron los de su mismo sexo, pero sentía ahora la maternidad muy cerca, quería ser madre, amar a su pareja, pero a la vez quería ser concebida por su compañero. Daría cualquier cosa con amarlo, sus pensamientos chocaban, estaba muy confundida, daría la vida por ser madre con un hombre que amara, alli enfrente de ella estaba todos los días, un amor silencioso, que él nunca sospecharía, a la vez amaba a su ex pareja de muchos años, notaba a falta el calor, sus noches de pasión, fuego, ternura todo mezclado. Sus sueños nocturnos se entre mezclaban las imágenes de su amor platónico, con su ex, era esclava y a la vez fugitiva, Las tormentas acechaban cada noche entre sus susurros a la soledad, gritaba, gritaba hasta que se quedaba sin fuerzas, lloraba sin piedad, Dudaba si el amor existía, porque ahora le castigaba. Frio recorría su cuerpo, era huérfana, quizás demasiadas noches en busca de amor, rotas las ilusiones, promesas, la marea la introdujo en alta mar, el viento caprichoso del destino, empujaba el velero a la deriva, alli sentada acurrucada estaba, triste y solitaria, esperando que la noche dejara de existir.
Nunca más amaneció la luz encontró acomodo en la oscuridad, allí queda una pequeña nota de su puño y letra temblorosa, la fría noche quedo inmóvil, ante los susurros de su agonía mientras se despedía. Bajo la luna triste silbando la melodía en el final del trayecto.
PD. La foto es de internet.

Comentarios

Pluvisca ha dicho que…
Buffff, que triste, me emocioné, de verdad, es como si estuviera en su piel...

La soledad y la tristeza van de la mano...

Un besazo.

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